El campo de la fiesta, litigio entre los vecinos de Ribadulla y el clero

Los vecinos de Ribadulla, en el municipio coruñés de Santiso, defienden sus derechos sobre una finca rústica, el campo de la fiesta, que se encuentra situada frente a la casa rectoral de la parroquia y que el Obispado de Lugo reclama como suya. El terreno fue la compensación que recibió el pueblo que tuvo que ser trasladado al alto tras la inundación del valle, cuando la Hidroeléctrica Moncabril construyó el embalse de Portodemouros.

La animadversión entre vecinos y clero se remonta a cuando los parroquianos abortaron un intento de venta por parte del obispado lucense de la casa rectoral, que incluía también el campo de la fiesta. Un año después han acudido al Juzgado de Instrucción Número uno del ayuntamiento de Arzúa para presentar ante la jueza pruebas de titularidad de una parcela, que el Obispado de Lugo reclama como suya.

Tras la vista preliminar celebrada este martes, en la que los abogados de ambas partes aportaron "más pruebas" de las inicialmente previstas, la jueza acordó no fijar una fecha de juicio, a la espera de que las partes diligentes estudien toda la documentación.

Un campo de uso y disfrute en Ribadulla
La intención de la Iglesia era vender la casa rectoral junto con el campo de la fiesta para lo que había un comprador, dispuesto a adquirir la casa siempre y cuando se incluyera en la venta el terreno anexo. Pero ese terreno es el que levanta ampollas entre los habitantes de Ribadulla que aseguran que "todo el mundo sabe que el campo es nuestro". Una vecina anónima asegura que "hace más de cuarenta años que hacemos uso de ese terreno, tenemos un palco allí".

El abogado de los denunciados, José López, defendió, ante los medios de comunicación, que la "situación" es "clara", pues los vecinos disponen de documentación catastral a su nombre y una escritura pública donde se recoge que la finca es de propiedad vecinal. Frente a esta postura, el Obispado exhibe una escritura del año 1967, cuando esta parroquia quedó parcialmente inundada por el embalse de Portodemouros.

La oposición vecinal y el miedo que esgrimió el párroco de entonces, llevó al prelado de la diócesis, Alfonso Carrasco Rouco, a dejarlos sin misa y cerrar el templo. En la actualidad la casa rectoral está abandonada y el campo sigue siendo el lugar de reunión de la parroquia. Una vecina del lugar declara que están casi todos los vecinos implicados en el asunto, "y la gente está deseando venir de testigo".  Los vecinos confían en que el fallo judicial sea a su favor.

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