"Eu non quero que as miñas fillas vivan así"

La gente que llega a nuestras aldeas no basta. Ingresos escasos y trabas administrativas exasperan a los que luchan por quedarse en ellas
Alejando Salvatierra, con sus vacas en Neipín. JOSÉ Mª ÁLVEZ
photo_camera Alejando Salvatierra, con sus vacas en Neipín. JOSÉ Mª ÁLVEZ

"Eu non quero que as miñas fillas vivan así". Lo dice Alejandro Salvatierra, que sobre el papel es un ganadero de éxito. O eso puede pensarse si uno se fija solo en lo que dicen los datos. Tiene más de ochenta vacas todas de razas escogidas que además cría en régimen extensivo. "Pero extensivo de verdade", puntualiza. Y desde luego que es así. Sin embargo, es un testimonio que ayuda a ilustrar la situación que están viviendo los entornos rurales de la comarca mariñana: una despoblación lenta por continua. La particularidad es que está trufada de compras para turismo rural, segundas viviendas o gente que llega a teletrabajar que a veces genera la falsa sensación de que hay una recuperación del rural. Es una visión errónea. Salvatierra añade que peligrosa, porque dice que ese perfil de gente no contribuye a generar un rural sostenible.

En una finca que ocupa la ladera de una montaña entera más arriba de la aldea de Neipín, en A Pontenova, Alejando Salvatierra llama a sus animales que acuden trotando en cuanto le oyen. "É porque non comeron", dice, "que se non, nin caso me fan", aunque es casi seguro que eso no es así del todo. La estampa es un auténtico espectáculo: vacas de raza limiá, cachenas o caldelá corren hacia su dueño y se las ve algo decepcionadas cuando el hombre no les da más que los buenos días.

Alejando Salvatierra, con sus vacas en Neipín. JOSÉ Mª ÁLVEZTRASHUMANCIA. Desde allí señala varias cumbres a las que las va llevando según la época del año. En verano llega con ellas a La Garganta. "Tardamos catro ou cinco horas, tampouco é moito", comenta. Varios de sus animales fueron reconocidos con distintos premios y él mismo es un ganadero mediático y de gran personalidad.

La zona donde vive tal vez es más agreste de lo normal, pero no una excepción en una Mariña que desde hace ya décadas empezó a vaciarse y, hace unos años, a mayor velocidad tal y como muestran los datos del censo de todos los ayuntamientos. En la comarca mariñana los que crecen son los que tienen un núcleo urbano importante y, sobre todo, costero. Los municipios pequeños pierden habitantes. Esto pasa, según explica María Enríquez, responsable de dicha empresa inmobiliaria, "porque la realidad es que por lo que nosotros estamos viendo una cosa es decir que hay que apostar por la zona rural y otra muy distinta hacerlo de verdad. En mi opinión, esto no se está haciendo por parte de las administraciones públicas".

Sin saberlo, Salvatierra concuerda hasta el punto de que facilita así el trabajo al periodista: "O que tes que poñer é que non pode ser que non nos paguen polo noso traballo ata o punto de que non compensa adicarse a esto". Él lo sabe muy bien porque al margen de sus vacas maneja rebaños de ovejas y cabras y cría porco celta. Tiene también caballos y por eso además sabe bastante de los problemas que está dando el lobo. Pero con todo eso produciendo, ni siquiera así le llega y él y su pareja tienen que echar mano de otros trabajos para salir adelante.

Los habitantes de todo el año dicen que los que vienen en verano no solucionan los problemas del día a día
 

Esa situación no es algo que le pase solo a Alejandro Salvatierra y su mujer. Es el pan nuestro de cada día en las explotaciones gallegas y esa y no otra es la causa real, al menos tal y como él lo ve, de que las aldeas gallegas no se estén repoblando con gente que llegue para quedarse.

COSTE PERSONAL. Él ejemplifica lo que pasa en sí mismo: "Caseime moi novo e a miña primeira muller non aguantou esta vida. Porque é moi dura. Todo isto repercute na túa vida persoal. Agora teño unha nova parella e tería que facerlle un monumento, porque ben o merece. Sempre estamos traballando para nada, porque non se saca nada".

Su radiografía sirve para entender, al menos en parte, lo que sucede con el despoblamiento de las aldeas gallegas. En su zona, la parte alta de A Pontenova, no queda casi nadie que llegase para vivir y trabajar allí. Paradójicamente, dice que varias casas de su entorno, de su misma aldea, "rehabilitáronas multimillonarios. Eso si que está pasando aquí e en máis sitios". Una de ellas un alto directivo de una famosa marca de vehículos eléctricos. Otra se la quedó un dirigente de una compañía energética Marca España. Eso sin contar las rehabilitaciones destinadas al turismo rural, que suelen ser de gran calidad. "Pero isto a nós non nos soluciona nada porque esto non pode quedar para que veña xente aquí en agosto ou nalgunha ponte durante o ano. Ten que vir xente que se quede para traballar, e para eso teñen que pagarche polo teu traballo", y en eso se queja también de la forma de aplicar la PAC que, dice, tiene numerosos agujeros que acaban por ser en realidad trampas para el ganadero que ve cómo no recibe lo que tendría que recibir.

alejandro salvatierra ganadero trashumante de neipìn en a pontenova que mueve a su ganado de vacas por los montes de la zona segun la epoca del año

En la misma zona en la que trabaja Alejandro Salvatierra lo hace con asiduidad pero en un campo muy distinto la inmobiliaria de María Enríquez. Compra y vende casas con soltura en A Pontenova, Riotorto, Trabada o San Tirso de Abres y conoce perfectamente lo que hay. Para ella la situación tiene que mejorar: "Las comunicaciones siguen siendo malísimas y de internet en el rural te cuentan muchas cosas, pero al final va como va. Depende del sitio".

María Enríquez cuenta que, efectivamente, hubo gente que se vino a trabajar a la comarca, pero matiza dos cosas: "No es suficiente para dotar de vida a nuestras zonas rurales ni hay que ser derrotista, porque creo que el rural sí que tiene futuro".

La gente que compra convencida de lo que quiere suele quedarse, según asegura María Enríquez

GENTE QUE SE QUEDA. Lo dice porque "aunque hay excepciones, y es verdad que las hay, la gente que viene para quedarse, en una gran mayoría, se queda". Para eso dice que es muy importante no engañar a nadie cuando se vende una casa a alguien que se muda a un entorno rural desde una ciudad o un pueblo grande y con servicios al alcance de la mano: "Hay que decir la verdad. Contarles lo que hay. Cuando te dicen que van a llamar a no sé quien para que les lleve el gasóleo para calentar la casa les explicamos que aquí hay que comprar un autocargador de leña y hay que ponerla en un sitio seco. Y eso es trabajo".

Y continúa aclarando que a los que no teletrabajan les dicen "que aquí la vida es dura, porque los trabajos que van a encontrar son duros. Van a tener que conducir camiones; ir al monte; ayudar en ganaderías o trabajar en ayuda a domicilio o con ancianos, y eso es duro. No es una oficina de ocho a tres", explica María Enríquez, que les hace ver a sus clientes que "ellos vienen en agosto unos cuantos días y creen que va a ser así. Hay que explicarles que el invierno es muy largo. Llueve mucho, hace frío… Todo eso se lo dejamos muy claro pero tengo que decir que, con todo, nuestra experiencia es que la gente se queda y está contenta".

Pagar un precio justo por lo que se produce en el campo sería una de las mejores medidas ante este problema

Alejandro Salvatierra está pensándose un regalo navideño a sus hijas adolescentes muy poco corriente: una fraga. Se la pidieron ellas. Les encanta montar a caballo y pastorear el ganado, pero la fraga está en una pendiente tan pronunciada que ningún animal podrá utilizarla "pero elas quérena para que quede aí e que ninguén lle faga nada. Así que bueno… xa veremos". Este detalle muestra su compromiso con el entorno rural, que él no idealiza porque lo conoce bien y cree que hace mucha falta gente que lo conozca, lo respete y lo utilice correctamente.

PROBLEMAS. "A día de hoxe se vives aquí non tés máis que impedimentos. Os políticos non fan máis que falar da 'España vaciada' e da 'Galicia profunda' e de que iso vai ser un grave problema. Xa o é! Porque non se nos paga polo noso traballo. A miña carne é dunha calidade altísima, pero a realidade é que nin a min me pagan polo meu traballo nin a carne que eu produzo despois se distingue na liña dos supermercados como tiña que ser. Eso si, hai que cumprir un millón de merdeadas que che piden", y lanza otra frase tremenda que resume el mundo del ganadero a día de hoy: "O mellor que podes facer é contratar un bo xestor. Iso vale moito máis que ter un bo produto. É triste, pero é así. A min encántame esto, esta vida, pero quero que as miñas fillas estuden e marchen. Que veñan despois dar unha volta no cabalo, pero tal e como está a vida no rural é imposible porque a fan imposible".

FUENTE: La belleza de la Mariña vaciada no va a llenarla

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