Una familia de refugiados recién llegada a Galicia: "Nos voló la casa un proyectil"

Cuatro refugiadas de entre 7 y 63 años viajaron durante cuatro días, tras ser bombardeada su casa, para ser acogidas en Lugo por la hija de una de ellas
Tres generaciones de refugiados de la misma familia ucraniana, en Lugo tras la llegada de cuatro mujeres procedentes de Makarov. EP
photo_camera Tres generaciones de refugiados de la misma familia ucraniana, en Lugo tras la llegada de cuatro mujeres procedentes de Makarov. EP

No chapurrean castellano, ni inglés, lo que dificulta la comunicación con sus interlocutores. Pero sus miradas perdidas y sus llantos incesantes reflejan el horror de la guerra de la que han huido. Son cuatro ciudadanas de Ucrania, que representan a tres generaciones de una misma familia. Son las últimas refugiadas de ese país que han llegado a la capital lucense.

"Es muy difícil a los 60 años gastar todo lo que teníamos ahorrado y mudarnos a otro país. Nunca habíamos viajado fuera de Ucrania", afirma Olga, que a sus 63 años se ha reencontrado en Lugo con su hija Julia y sus nietos Misha, de 13 años, y Veronica, de 9.

 "Es muy difícil a los 60 años gastar todo lo que teníamos ahorrado y mudarnos a otro país"

La conversación tenía lugar este viernes gracias a una app que se emplea como traductor y con Julia como intermediaria. Esta ucraniana lleva dos años residiendo en la capital lucense. Ni a más de 3.200 kilómetros de distancia del frente puede estar tranquila. Ha recibido amenazas de muerte a través de las redes sociales por sus críticas a la invasión rusa.

Tras un viaje que se eternizó, se encuentran "en un estado psicológico terrible", afirma Julia, que con la ayuda de amigos lucenses, a los que agradece profundamente su colaboración, consiguió organizar un corredor para poner a salvo a su madre; la consuegra de esta, Galina, de 59 años; la hija de esta, de 33, y su nieta, Kira, de 7 años.

CUATRO DÍAS DE VIAJE. Estas cuatro refugiadas llegaban a Varsovia el lunes por la noche, tras un viaje en tren de cuatro horas desde la frontera con su país. Al día siguiente partían en bus desde la capital polaca hacia París. Invertían 23 horas en recorrer casi 1.600 kilómetros. El miércoles por la noche salían en autocar desde la Ciudad de la Luz hacia Bilbao. Y el jueves viajaban en BlaBlaCar a Lugo.

Cuando Julia se reencontró con su familia sintió "alegría y alivio" porque antes de su huida "pasaron casi una semana en un sótano sin luz ni teléfono" mientras su ciudad era bombardeada. "Y yo estaba tratando de averiguar si sobrevivieron", agrega.

Su familia reside en Makarov, una localidad de 15.000 habitantes, sita a 35 kilómetros de la capital ucraniana, Kiev. "Casi no queda nada de nuestra ciudad. No sobrevivió una sola casa en nuestra calle. Un proyectil voló nuestra casa y mi padre escapó milagrosamente", cuenta Julia, que se muestra preocupada porque su progenitor y su hermano pequeño se quedaron en Ucrania para luchar contra el invasor ruso. Explica que Makarov, junto a las localidades vecinas de Borodyanka, Irpin y Butcha, soportaron el primer envite para intentar frenar el avance de las tropas enemigas hacia Kiev.

FINAL LEJANO. Julia, que afirma que este conflicto bélico es "un horror que ha roto las vidas de millones de personas", detalla que "muchos de mis amigos y conocidos han muerto. Familias enteras están desaparecidas. Niños inocentes mueren, generaciones enteras mueren. Mujeres y niños huyen de Ucrania para salvar sus vidas".

Se deshace en elogios hacia los que se han quedado en Ucrania para defender su país. "Nuestro ejército solo causa admiración y gran respeto", afirma esta ucraniana que reside en la capital lucense, que considera que Putin ha recibido "una bofetada pública, porque su ejército, con el que asustó a todo el mundo, resultó impotente ante el mucho menos numeroso de Ucrania".

Augura que la guerra será duradera y exige a la comunidad internacional una zona de exclusión aérea para que los bombardeos rusos "no destruyan nuestras hermosas ciudades".

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