Feminicidios sin resolver en Galicia

Las familias de seis mujeres asesinadas y tres desaparecidas en los últimos 22 años todavía esperan respuesta

Cientos de carteles fueron distribuidos por Vigo con fotografías de Déborah Fernández tras su desaparición en 2002. MIGUEL RIOPA (EFE)
photo_camera Cientos de carteles fueron distribuidos por Vigo con fotografías de Déborah Fernández tras su desaparición en 2002. MIGUEL RIOPA (EFE)

Sonia Iglesias desapareció el 18 de agosto de 2010 en el caso de Pontevedra. El cuerpo no apareció y, aunque su pareja estuvo imputado en la causa y fue exonerado al no hallar indicios suficientes en su contra. La causa se ha reabierto y este mismo martes los investigadores buscan el cadáver en una casa en la que residió con su compañero sentimental.

Pero el de Sonia Iglesias no es el único caso sin resolver en Galicia. La lista se remonta hasta 1996, año en el que desapareció en María José Arcos. Para buscar su cuerpo se peinaron varias fincas del principal sospechoso con un georradar del Ejército. Su coche fue hallado cerca del faro de Corrubedo, con todas sus pertenencias y documentos dentro. La Policía llegó en cierto momento a inclinarse por un suicidio o un accidente, pero la familia siempre rechazó esas posibilidades.

Seis años más tarde, en 2002, se halló el cadáver de Déborah Fernández, de 22 años. Desapareció el 30 de abril en Vigo y el cuerpo se localizó diez días más tarde en una cuneta de la C-550, entre Baiona y A Guarda. La autopsia reveló que la chica había muerto por asfixia el día de su desaparición y que alguien creó artificialmente la escena diez días después, para que pareciera una agresión sexual que la misma autopsia descartó.

En diciembre de 2005 mataron a golpes a la viguesa Elena Calzadilla. El crimen tuvo lugar en Porto do Son, donde la víctima tenía una casa de veraneo. Su marido y un amigo de este llegaron a ser detenidos e imputados, pero nunca se pudo demostrar nada.

La también viguesa Ana María Fernández desapareció en A Cañiza en 2008. Viajaba con su marido y su hijo por la A-52 cuando, tras una discusión, ella bajó del vehículo. Su pareja salió tras ella y, según declaró a la Guardia Civil, Ana María seguía viva cuando la dejó en la autovía y regresó al cache. Su cuerpo nunca apareció. 

Ese mismo año desapareció María Teresa Troncoso, vecina de Nigrán. Su cuerpo apareció en enero de 2009 envuelto en las redes de un pesquero en la ría de Ares. La Guardia Civil detuvo, entonces, a su expareja como presunto homicida.

Elisa Abruñedo tenía 46 años cuando desapareció el 1 de septiembre de 2013 en Cabanas. Su cuerpo sin vida apareció un par de días después en una zona boscosa, a 400 metros de su casa. Había sido apuñalada tres veces y agredida sexualmente. Hasta se localizaron restos biológicos del asesino, que se utilizaron para descartar a familiares y vecinos, pero el ADN no correspondía tampoco con ningún delincuente sexual que figurara en los registros policiales. 

Ya más recientemente, en 2015, aparecieron los cuerpos de Socorro Pérez y Marina Rodríguez. La primera, ourensana y de 43 años, desapareció el 2 de mayo cuando salió a correr por las inmediaciones del río. Su cadáver fue hallado el 6 de junio en una zona boscosa, próxima a una carretera poco transitada, cubierto de ramas y con un fuerte golpe en la cabeza.  

Marina Rodríguez murió en Mos en diciembre de ese mismo año. La autopsia reveló que presentaba numerosos y contundentes golpes en la cabeza. Su marido fue llevado a juicio como acusado del crimen pero el jurado popular lo declaró no culpable.