La flota encaja las cuotas de 2018 entre la resignación y el cabreo por los recortes

 


Los barcos gallegos que pescan merluza en el Gran Sol asumen una rebaja del 7%, mientras en aguas ibéricas el tajo se moderó al 12%. Una CE implacable mantiene el tijeretazo del 24% al jurel al sur de Fisterra, al que se suma el de la caballa

 

jurel_OE_0693
photo_camera Una descarga de jurel. (AG)

La negociación de las posibilidades de pesca para la flota comunitaria más dura a la que se ha enfrentado la delegación española en los últimos años se cerró ayer a primera hora de la mañana con un acuerdo que coloca a la flota gallega entre la resignación de ver suavizados algunos de los recortes pretendidos por la Comisión Europea en especies como la merluza y la indignación por los tijeretazos en las cuotas de jurel que se captura de Fisterra hacia el sur y de caballa en toda la costa. 

El reparto pactado por los estados miembro tras casi 22 horas de debate y discusión tiene un impacto desigual en el sector pesquero de una comunidad con distintas flotas y especies de interés. Ninguna sale satisfecha porque se manejarán menos toneladas de varios recursos importantes para su actividad; la mayoría se queda con que pudo ser peor visto el restrictivo punto de partida fijado por Bruselas y, con el balance más negativo, buena parte del cerco se ve condenado ya a un difícil 2018. 

En lo que coincide todo el sector es en destaccuotasar la inflexibilidad que mostró el Ejecutivo comunitario, especialmente implacable a la hora de ceder a las demandas de países como España. Costó conseguir que el recorte del 30% propuesto para la merluza en aguas ibéricas se moderase al 12%, con 5.924 toneladas a repartir, porque Bruselas se resistía a aceptar que la consecución del rendimiento máximo sostenible (RMS) se aplazase un año, hasta 2019. Pese a mitigarse el hachazo, el patrón mayor de Burela y presidente de la Federación Nacional de Cofradías de Pescadores, Basilio Otero, señala que la reducción «se vai notar moito porque a cota xa é pouca». Con ese telón de fondo, se analiza la vía de aplicar un plan de gestión trimestral para racionar las posibilidades de pesca y evitar quedarse en blanco durante parte del año. 

En cuanto a la merluza del Gran Sol y aguas francesas, el recorte se quedó finalmente en el 7% recomendado por los científicos del Ices, aliviando el tijeretazo del 19% que puso sobre la mesa la Comisión Europea en noviembre. Un desenlace con el que ya contaban en A Mariña. Desde la OPP-7 de Lugo, Sergio López, ve bien los resultados para el Gran Sol en líneas generales «de acordo coa situación das pesquerías». Más negativa es la lectura hecha desde la cooperativa de armadores del puerto de Vigo, teniendo en cuenta que se podrá pescar un 10% menos de gallo en esas aguas —como quería Bruselas— y se mantiene la cuota de rape, aunque sobre esta última especie planeaba un recorte del 12%. El director gerente de Arvi, José Antonio Suárez-Llanos, recuerda que sobre esas cuotas se cargarán las especies que caigan en la red de forma involuntaria por la obligación de desembarque. 

¿Y cómo queda el panorama en aguas ibéricas al margen de la merluza? Hay luces y sombras para la flota costera. Entre estas últimas destaca la fuerte pérdida en las capturas permitidas de jurel de Fisterra hacia el sur (zona IXa). A la delegación española le fue imposible lograr que se frenase el recorte del 24% planteado por Bruselas para conseguir el RMS ya en 2018. La vía que queda para mitigar un poco el impacto sobre la flota es el trasvase a esa zona de hasta un 15% de la cuota de jurel del Cantábrico —donde habrá un incremento del cupo del 21%—, una posibilidad que pende de la evaluación del Ices. En todo caso, desde la asociación de armadores del cerco de Galicia, Acerga, no lo consideran «prudente» porque la flota que pesca jurel en el área VIIIc  llevaba «años» perdiendo toneladas y dispone de menos cuota. 

A este golpe para buena parte del cerco se suma el que supone la bajada del 20% en la caballa en todo el caladero nacional, que contrasta con el aumento aplicado para el año que ahora termina. Con ese telón de fondo, desde Acerga denuncian que el cerco sale «muy mal parado» por unos recortes a los que podría sumarse un veto a la pesca de sardina en aguas ibéricas si Bruselas no aprueba en enero el plan de gestión que le presentaron Portugal y España. Y, si lo hace, las posibilidades de pesca de esta especie caerían un 14%.

MÁS RAYA. El cuadro con los TAC y cuotas para el caladero nacional contempla una subida para el gallo del 20% y el mantenimiento del cupo de rape, frente a la bajada del 2% de la que se partía. En el caso de la raya, las posibilidades de pesca aumentan en un 15% para una especie que supone una fuente de ingresos interesante para la flota artesanal. También se podrán capturar algunas toneladas más de bacaladilla (+3%). Respecto a la anchoa, no habrá cambios en las cantidades asignadas para el Cantábrico ni para la zona que va del sur de Fisterra hasta el peñón de Gibraltar, amenazada iniciamente por un tajo del 43%. 

Las negociaciones de este año demuestran que los criterios medioambientales pesan mucho más que los socioeconómicos para el comisario de Pesca, el maltés Karmenu Vella, y eso preocupa al sector de cara a futuras negociaciones de las posibilidades de pesca. El sucesor de Maria Damanaki se está ganando la etiqueta de amigo de los ecologistas que se había granjeado su predecesora en el cargo. Sobre su postura inamovible llamaron ayer la atención organizaciones de productores pesqueros, Ministerio de Pesca, la patronal Cepesca y la Consellería do Mar, que destaca que la flota de la comunidad dispondrá de 22.000 toneladas más que con la propuesta inicial de Bruselas. 

Comentarios