La historia de terror y superación de la lucense Inés Fernández protagonizó este martes el estreno de la cuarta temporada de Amores que duelen, el programa presentado por Roberto Arce que recrea casos reales de violencia de género tan sobrecogedores como el de esta vecina de la ciudad amurallada que durante 29 años de matrimonio sufrió un auténtico suplicio. Su calvario, recogido con anterioridad por El Progreso, en un libro y ahora en el docufactual emitido por Telecinco, incluye tres episodios en los que su marido estuvo a punto de matarla.
Con los ojos llenos de lágrimas, Inés recuerda el primero de ellos, cuando, tras negarse a mantener relaciones sexuales con su esposo y maltratador, él estuvo a punto de ahogarla. Una tortura que culminó con una insólita frase: "Venga, tonta, vete a trabajar... Que era una broma".
También ante las cámaras cuenta Inés Fernández —autora del libro As miñas fillas salváronme a vida— el último y definitivo de los ataques. Tuvo lugar el 28 de marzo de 2011, cuando ya se habían separado de mutuo acuerdo. Ella llegó de trabajar por la noche y en el garaje fue sorprendida por el padre de sus hijas, que la atacó sin previo aviso. "Seguí para coger el ascensor y a él ni lo vi ni lo escuché. Sentí como si el techo se me cayese encima. Solo golpe tras golpe. Y ya lo vi a él: 'hoy te voy a matar'", narra en el documental. Con una tabla, le dio una paliza que la situó al borde de la muerte. "Yo creía que me moría", asegura Inés.
El programa emitido este martes muestra diferentes lugares de la ciudad de Lugo, por ejemplo, en el momento en el que ella recuerda el angustioso trayecto de esa noche al hospital. "Paró el coche y me preguntó: '¿Qué vas a decir?' 'Que caí'. 'Si me denuncias yo voy a la cárcel, pero cuando salga ya sabes que te mato. Lo sabes, ¿verdad?'".
LA HIJA. Pero Inés no es la única protagonista de esta historia que ha hablado para Telecinco. Su hija Irene también aparece en el documental, recordando con dolor lo que sintió esa noche, cuando su hermana pequeña llamó desde el hospital. Allí, al ver a su madre postrada en una cama, supo poner fin al martirio de su madre. "Hice el camino sin saber si mi madre estaba viva o muerta. No lo tuve claro hasta que la vi. Y le dije. Esto se acabó. Tenía claro que iba a denunciar desde que salí de A Coruña".
Fue ella la que llamó a la Policía. En su infancia tuvo que presenciar los golpes e insultos de su padre a su madre, y recuerda con especial intensidad el día en que una bofetada de su progenitor dejó inconsciente a Inés. "A día de hoy es algo que me sigue removiendo mucho", asegura. "Tengo la imagen de ver a mi madre muerta".
