Impotencia y dolor en Guitiriz en el último adiós a Vanessa Lage

 

 
 

 
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Familiares, compañeros y amigos de la agente de la Policía Nacional Vanessa Lage Carreira, una mujer de 36 años que murió tras el sangriento tiroteo con el que se saldó un intento de atraco a un banco de Vigo, la han despedido hoy en un funeral guiado por el mensaje de que falleció porque el mal existe.

El silencio era sepulcral en la iglesia parroquial de San Breixo de Parga, ubicada en Guitiriz (Lugo), y el párroco inició su homilía con una mención al "sentir común", al hecho de que los ciudadanos se encuentren "llenos de dolor, tristeza e impotencia" dado que Vanessa se fue cuando intentaba cumplir con su trabajo y calmar a un hombre, el asaltante, un viejo conocido de la policía, Enrique Lago Fariñas, alias "el escayolista", quien también pereció y que a ella apenas la dejó hablar.

"Vanessa ha muerto solamente por hacer el bien", ha enfatizado el sacerdote, que ha recordado que en este mundo "existe el bien", pero también el mal, y el segundo está "tan presente" que a veces determinadas situaciones acaban, como en esta ocasión, "con la muerte".

Una muerte injusta y provocada por un hombre con antecedentes por robos con violencia, que en la actualidad se encontraba enfermo y que tuvo su etapa más activa durante la década de los ochenta, tal y como reflejan las bases de datos.

Vanessa Lage, ha proseguido el religioso, "velaba por la sociedad en el ejercicio de su profesión". De hecho, ella intentó proteger a la rehén, una empleada del banco ante la que se parapetó Fariñas y que está ya en planta por la levedad de sus lesiones.

El mutismo que reinó hoy en este municipio lucense se vio únicamente interrumpido cuando, concluidas las exequias, uno de los asistentes no pudo evitar expresar en alto su desconcierto: "Era una chavala joder, era tan joven, por Dios..."

El templo se quedó pequeño para dar cabida a todos, y la estampa reinante ha sido la de personas cabizbajas, desde la misma llegada del féretro, cubierto por la bandera de España, y seguido en primera línea por la familia directa de Vanessa Lage, su padre, Juan Emilio -su madre murió-, y sus cuatro hermanos, Inés, Juan Carlos, Óscar y Álvaro.

También estaban en Guitiriz, porque no podían faltar, los compañeros de Vanessa Lage, que mostraron su placa entre constantes gestos de lamento, y el alcalde de la localidad, Xosé María Teixido.

A pesar de que no se levantó demasiado viento, su sonido fue este luctuoso domingo más perceptible si cabe, y ello por el sobrecogedor mutismo con el que se desarrolló una jornada que este país quisiera borrar de su historia.

Los ramos y las coronas contenían en sus leyendas condolencias procedentes de diferentes puntos de la geografía española -fuerzas y cuerpos de seguridad de Gijón, Badajoz y Málaga- y de muy distintos estamentos, incluido el mundo del deporte, ejemplificado en el Real Club Celta.

Vanessa Lage se dejó su vida en la calle Doctor Carracido, donde está instalada la oficina de Abanca en la que se intentó consumar el robo, pero ese día, el viernes pasado, el subinspector Vicente José Allo Barona estaba con ella y en su caso continúa luchando a brazo partido por la vida, desde una unidad de cuidados intensivos (UCI).

Sigue ingresado y su evolución es favorable, según han informado fuentes policiales, pero aún está sedado, el parte refleja que está estable pero dentro de la gravedad, y un pulmón, en el que este mando recibió el impacto de una bala, lo tiene seriamente dañado.

El "mal endémico" convive con las buenas acciones, ha reseñado hoy el sacerdote encargado de oficiar unas desconcertantes honras.

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