Indemnizan a un joven de Bueu por pasar 8 meses en prisión por una violación que no cometió

Le acusaron de un crimen cometido en Navarra, lugar en el que nunca estuvo. La confusión de debió a que su ADN se mezcló con la del verdadero violador
José Eligio
photo_camera José Eligio

A José Eligio Otero lo han marcado de por vida. Tuvo que pasar ocho meses en la cárcel por un delito que no había cometido, concretamente por una violación, "lo peor de lo que te pueden acusar en la cárcel", asegura. Lo habían imputado por forzar a una mujer en Navarra en 2009. José nunca pisó esa comunidad, pero no lo pudo demostrar en los juzgados, adonde llegó prácticamente sentenciado después de que sus restos de ADN se cruzasen con los de un violador por un error en los laboratorios de la Guardia Civil.

El vía crucis de este joven de 28 años nacido en Bueu comenzó en verano de 2011, cuando dos agentes de la Benemérita se presentaron en su puesto de trabajo, en una atracción de feria en Vigo, y le comunicaron que estaba detenido una por violación ocurrida dos años atrás. "Pensé que era una cámara oculta", comenta José.

Pero la broma duró poco. Al día siguiente el juez ordenó su ingreso en prisión, donde no fue recibido precisamente con amabilidad. Desde el día uno tuvo que arrastrar la pesada losa de violador y lidiar con las hostilidades de los demás internos. "Me vejaban y retaban constantemente a peleas; entraba con miedo en las duchas", relata José. Mientras, sus abogados de lo hundían todavía más, pues no le creían y se limitaban a recomendarle que se declarase culpable para reducir la pena. "No podía más, pensaba todo el rato en suicidarme", confiesa el bueuense.

LUZ AL FINAL DEL TÚNEL. Su infierno duró hasta que contrató los servicios del penalista José María Elorz, quien le brindó apoyo y solicitó un contranálisis. La Guardia Civil asumió el error: había mezclado el ADN de José —que estaba en el banco de pruebas por un caso de violación del que había salido absuelto en A Coruña— con el del verdadero violador, que resultó ser el marido de la víctima.

Tras ocho meses encerrado, José veía la luz. Eso sí, lo "soltaron como a un perro". Con lo puesto, no le dieron "ni un euro para volver a Galicia". Días después, era absuelto y le abonaban 30.000 euros, que se suman a la indemnización de 70.000 que acaba de decretar la Audiencia Nacional. Aunque para él "no hay dinero que repare lo que me han hecho pasar".

Comentarios