Los dos acusados de atacar la oficina del INEM niegan los hechos

Los dos acusados del ataque con cócteles molotov a una oficina del INEM del barrio vigués de Coia en 2011 han negado hoy los hechos de los que se les inculpa en el transcurso de un juicio que se celebra bajo férreas medidas de seguridad, con un amplio dispositivo policial en los exteriores y accesos al juzgado.

A ambos se les imputan los delitos de tenencia de sustancias o aparatos explosivos e inflamables y daños en bienes de dominio público mediante incendio, con el agravante de disfraz para, de este modo, ocultar su identidad.

Decenas de personas, en su mayor parte sindicalistas, han protestado a la entrada del Juzgado de lo Penal 1 de Vigo por las restricciones de acceso a la sala y como muestra de apoyo a Telmo Varela y Miguel Nicolás, afiliados de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), de la que el primero era secretario comarcal.

La Fiscalía pide cinco años para Nicolás y el doble para Varela, exmiembro del GRAPO, por reincidencia, ya que fue condenado en 1994 a 18 años de cárcel por los delitos de robo con homicidio, homicidio y tenencia de armas, y porque cerca de su casa hallaron un zulo con material explosivo similar al empleado en la oficina viguesa del INEM.

SIN GARANTÍAS PROCESALES
En su alegato inicial, Varela ha recriminado que en los denominados casos Bárcenas, Gürtel o Pokemon "ha habido todas las garantías procesales", pero no así en lo referente a él, por lo que ha apreciado "una justicia de ricos" y otra para "los demás". Ha justificado su apreciación de que la Justicia no es equiparable al aludir a su ingreso en la cárcel durante dos años de prisión preventiva en varios centros penitenciarios de fuera de Galicia, "a 400 kilómetros" de su domicilio, ha remarcado, con la imposibilidad de ver a su hijo de doce años.

También ha apoyado su argumentación en el hecho de que sufrió "ocho horas de carretera" durante su traslado a Galicia en un "habitáculo reducido", y además porque apenas tuvo tiempo de preparar el juicio con su letrado y de analizar toda la documentación del sumario, "más de tres mil folios".

Miguel Nicolás ha admitido, al igual que Varela, que en la víspera del ataque con cócteles molotov merodearon e inspeccionaron desde fuera la oficina de Coia, como otras de Vigo, porque formaban parte de una asamblea de parados formada por sindicalistas de la CUT y parados sin afiliación y con la única intención de organizar concentraciones de protesta. "Estoy aquí por lo que representaba la clase obrera", ha manifestado Telmo Varela, quien ha señalado que el zulo hallado en una zona boscosa cercana a su casa con material para elaborar cócteles molotov, tales como gasolina, ácido sulfúrico y clorato potásico, es "una coartada" para mantenerlo preso.

Ha abundado en el argumento de que constituía "un peligro para el sistema" y de que lo querían "fuera de circulación" cuando le han preguntado sobre las cinco botellas de gasolina intervenidas en su domicilio y una en su coche, que las almacenaba, ha dicho, para utensilios del campo como desbrozadoras o motosierras. En cuanto a los diez aerosoles hallados en los registros policiales, ha dicho que eran para hacer pintadas.

Miguel Nicolás, por su parte, ha calificado de "imposible" que en un embudo con una garrafa adherida hallado en su coche se encontraran restos de ácido sulfúrico y clorato potásico, y ha explicado que guardaba este instrumental porque un día se había quedado "tirado" sin combustible.

UN MANUAL DE GUERRILLERO URBANO EN EL ORDENADOR
En cuanto a los archivos que guardaba en su ordenador, como un Pequeño manual de guerrillero urbano, un dossier editado por el GRAPO sobre la llamada Operación Crono, u otro titulado Lo que todo revolucionario debe saber sobre la represión, ha dicho que "no es delito tener curiosidad sobre diferentes temáticas".

Lo mismo ha argumentado respecto a un archivo con el nombre Lume con información sobre la elaboración de bombas y química explosiva: que lo había bajado por curiosidad y que lo guardaba en el disco duro pero que no le "hacía mucho caso", ya que "sería tonto", ha dicho, si pensara llevarlo a la práctica.

El guardia civil que instruyó las diligencias ha señalado que el seguimiento a Telmo Varela y a José María Prado, también sindicalista de la CUT que fue detenido pero quedó libre ante falta de pruebas inculpatorias, comenzó a partir de un anónimo que alertaba de que se estaban preparando lanzamientos de cócteles molotov así como un atentado contra la casa un empresario de Vigo.

EL TESTIMONIO DE GUARDIAS CIVILES Y POLICÍAS
En la primera jornada del juicio han desfilado como testigos agentes de la Guardia Civil y de la Policía Nacional, varios de los cuales han declarado tras un biombo que participaron en el seguimiento físico, a través de "pinchazos" telefónicos y por medio de una cámara oculta instalada cerca del zulo.

También lo ha hecho una pareja que avisó a los bomberos del incendio en la oficina del INEM de Coia y fue testigo, desde el balcón de su casa, de cómo tres encapuchados salían de la misma a la carrera y huían en un coche, que resultó ser el de Miguel Nicolás, donde les esperaba una cuarta persona.

Se han contradicho entre ellos sobre quién dio explicaciones a la policía y sobre la descripción del vehículo: uno decía que era de color claro y la otra, que era oscuro, y han alegado que había poca visibilidad porque el atentado se produjo de madrugada, además de que el chico no ve bien de lejos.

Han completado la ronda de testigos de la primera jornada del juicio el portero y el director de la oficina saboteada, así como un representante de la empresa encargada de reparar los daños ocasionados, valorados en unos 33.000 euros. 

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