Miles de personas acudieron este domingo a la llamada de la plataforma Galicia non se vende, formada por más de 60 colectivos ecologistas, sociales y vecinales. Su protesta contra la destrucción del territorio partió de la Alameda y terminó en la Praza de la Quintana al son de las gaitas, los tambores y las sirenas, marcada por la originalidad y el humor en la denuncia.
Las más de diez mil personas, según fuentes de la organización, -y algo menos de cinco mil, según la Policía local- recorrieron las calles de la capital gallega uniendo múltiples reivindicaciones. Pero hubo un grito unánime, "Goberne quen goberne, Galiza non se vende".
Contra el Plan Acuícola y la caza del zorro
De este modo, María José Castro, integrante de Adega, resaltó que su asociación se manifestaba en contra del "desastre del Plan Acuícola, de la construcción en la red natura..." que estan acabando con el "patrimonio natural y cultural de todos".
Por otro lado, Ricardo Paz, miembro del colectivo Matar por matar non, señaló que ellos estaban en la concentración "en defensa da fauna" y para evitar que se siga "destruindo unha parte do noso patrimonio en favor dunha minoría que son os cazadores".
Oposición a Reganosa
Uno de los colectivos que más se hizo oír fue el Comité Cidadán de Emerxencia para a Ría de Ferrol, que reunió a numerosos vecinos de Mugardos y Ferrol con pancartas como 'Planta de gas fóra da Ría', mientras gritaban "a ría é nosa e non de Reganosa" o cantaban "É Reganosa, ilegal e perigosa".
Manuel Rodríguez Carballeda, coordinador del comité, explicó que la razón de que estuviersen en Compostela era "reclamarle al Ministerio de Industrai que revoque el acta de la puesta en servicio de Reganosa" y subrayó que era un problema que afectaba "a la vida de miles de personas".
Sacrificio para enriquecer a una minoría
Ya en la Praza da Quintana, representantes de la plataforma procedieron a la lectura de un manifiesto, en el que se recalcaba que "nuestra vida no se entiende sin el territorio"· y que "las personas y el ambiente deben estar por encima del lucro".
Por eso denunciaron que "este uso insostenible del territorio está destruyendo el paisaje y nuestro patrimonio cultural, esta empobreciendo la biodiversidad, está empeorando nuestra calidad de vida e hipotecando la de las generaciones futuras, para, como mucho, enriquecer a una minoría".
