Abeal: "Las fusiones necesitan hombres de Estado; dicen que antes los había"

Es claro: el objetivo en Oza-Cesuras se ha cumplido. Sin embargo, no se queda ahí y pide generalizar un proceso que se viene dando en Europa desde los 60, y que ha de cimentarse en verdaderos políticos

 

José Pablo Abeal Vázquez. EP
photo_camera José Pablo Abeal Vázquez. EP

Tras cinco años, ¿diría que la fusión Oza-Cesuras fue un acierto?
La fusión tenía de fondo unos objetivos positivos, y en cierto modo se han cumplido. Lo que no podemos pensar es que es una panacea. Se trataba de un primer ejemplo al que iban a seguir más ejemplos, se iba a adoptar una actitud proclive a eso. Proclive fue dejar a los ayuntamientos voluntad en el tema de fusionarse o no. Y eso, al final, lo que ha conllevado es que no se haya llevado a cabo el proceso. Con esa fórmula, dejándolo al arbitrio de los alcaldes, es muy complicado que se generalice.

Falta voluntad en ese sentido.
No hay voluntad. Hay un dicho: la administración local necesita, si nos atenemos a lo que son las bases del modelo municipal, autonomía local, subsidariedad, equilibrio de los principios... Para que eso se cumpla, el municipio tiene que tener un tamaño determinado. En Oza-Cesuras se dieron una serie de circunstancias propicias para ello y que ayudaron a que el proceso fluyera, pero en una situación normal es muy complicado.

¿Cuestión de colores políticos?
Entre ayuntamientos con diferentes opciones políticas es prácticamente imposible. Dejar al arbitrio de la voluntad es quedar bien para la fotografía, pero no plantearse una reforma seria y estructurada como en el resto de Europa, donde ha partido desde arriba.

¿Es esa la clave?
Nadie cuestiona que las fusiones, económicamente, generan unas sinergias positivas; eso es incuestionable. La cuestión es que si se plantea desde arriba, esas sinergias son mucho mayores. A lo mejor por afinidad política o personal, yo me fusiono con el ayuntamiento de al lado. Pero a lo mejor, si estudio eso en conjunto, no me tengo que fusionar con el de al lado, sino que tenemos que fusionarnos cinco y de otra manera.

¿Haría falta un órgano a nivel autonómico que regulara esto?
Tiene que hacerse a nivel de Estado. Tiene que haber un entendimiento entre administraciones que tiene que partir del Estado, como ha ocurrido en el resto de Europa.

¿Qué se hace en el resto de Europa para fomentar esta tendencia?
Es un camino que han tomado desde mediados del siglo pasado, desde la perspectiva de que hay que dar unos servicios. Con un tamaño pequeño, no estamos adquiriendo las potencialidades necesarias. Entonces, lo que hacemos simplemente es ordenar.

La cuestión de los 5.000 habitantes ha generado controversia.
Fue siguiendo la línea alemana, pero no tiene que basarse en una cifra concreta. Primero hay que estudiar cuál es ese volumen mínimo que hace que el nuevo municipio genere valor por sí mismo.

¿Quiere decir que podríamos ver en el futuro fusiones entre concellos de 20.000 o 30.000 habitantes?
Hablar de 5.000 es decir ‘venga, vamos a fusionar los más pequeñitos, que se retoque poco’. Estamos hablando en términos más políticos que económicos o sociales.

Fue uno de los principales argumentos esgrimidos por el PP.
Se hablaba en el contexto de las fusiones sucesivas que ha habido en Europa. Vamos a hacer una primera fusión y adquirimos un tamaño mínimo. Al cabo de unos años, vemos que necesitamos más tamaño para generar más sinergias. Es un proceso que se mueve.

Las fusiones son como la película 'Los inmortales': solo puede quedar un alcalde, y el resto ha de hacerse el harakiri

Pero tiene que ser a nivel estatal.
Yo siempre pongo el mismo ejemplo: se juntan diez alcaldes, cada uno de un partido. Si forman un nuevo municipio, solo va a quedar uno. Es como en la película ‘Los inmortales’ [clásico de los 80 en el que los supervivientes de una raza luchan por ser el último que queda con vida]. De esos nueve que sobran, ¿quién se hace el harakiri?

Alguien tiene que sacrificarse.
Y no solo eso: los concejales que están ligados a cada alcaldía, también. De diez alcaldes y 200 concejales, quedarán uno y ocho.

¿Hay algo más que limite las fusiones, al margen de la política?
Las fusiones son eficientes, se está demostrando. Un concello fuerte tiene más facilidad de negociación. Cambiaría mucho el panorama.

¿En qué sentido?
Cuando llegamos a la democracia, había instituciones históricas a las que, de pronto, se les sumaron unas nuevas: las comunidades autonónomas. Se solaparon. También están las diputaciones, las mancomunidades. Empiezas a crear estructuras y cada vez es más difícil que la información fluya y que se pongan de acuerdo.

Cada vez hay más barreras.
Desde el punto de vista teórico, es muy fácil; pero es que hay que poner de acuerdo a diez voluntades con diez posiciones políticas distintas. Es complicadísimo.

Por no hablar del cortoplacismo.
El interés del ciudadano queda difuminado y perdido, en un contexto donde no podemos derrochar.

Se ha hablado mucho de la pérdida de identidad de estos ciudadanos.
Fue uno de los problemas que se cuestionaron en la fusión de Oza y Cesuras. Se habló mucho al respecto, pero al final se vio que era un tema superfluo, generado por aquellos que no estaban a favor debido a su opción política.

¿Tendría que haber un mecanismo legal para garantizar las fusiones?
No, eso es ponernos todos de acuerdo, que haya mucha voluntad y que vuelvan los hombres de Estado.

Eso es casi cosa del pasado.
Dicen que los había, que existieron en su momento [ríe]. Ahora parece que escasean.

¿Y qué puede decirme de los incentivos económicos a los concellos?
Las fusiones se plantearon en base a ayudas. Como se fusiona, vamos a promoverlo de alguna forma.

Como un caramelito.
Sí, como un caramelo. Pero claro, ese caramelo, sabiendo que el presupuesto está dado… No puedes dar caramelos a todos.

¿Hay algún municipio que bajo ningún concepto debería fusionarse?
Habría que ponerlo sobre la mesa, pero no se me ocurre ninguno.

¿Claves para un municipio sólido?
Interés político, autonomía local, valorar particularidades, gestionarlo desde arriba y que la reforma sea siempre integral.

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