Los partidos mueven ficha para el horizonte electoral 2023-2024

El PPdeG abre la etapa de congresos orgánicos con el objetivo de rejuvenecerse mientras el BNG busca ensanchar su base ▶ El PSdeG es el único que discute la continuidad de su líder aunque hay incertidumbre sobre posibles alternativas a Caballero
Feijóo, Caballero y Pontón. AEP
photo_camera Feijóo, Caballero y Pontón. AEP

No es fácil encontrar en el agitado calendario electoral español una ventana libre de urnas tan amplia como la que disfrutan hoy los partidos gallegos: va un año desde las autonómicas de 2020 y no hay comicios a la vista hasta las municipales de 2023. Una etapa de tranquilidad idónea para reforzar liderazgos y estructuras a nivel interno, lejos de las habituales urgencias electorales y que solo se vio alterada por el covid y, este fin de semana, por la remodelación del Gobierno de Pedro Sánchez.

Superado lo peor de la pandemia, los partidos retoman sus procesos internos con la vista puesta en las elecciones municipales de 2023 y, sobre todo, en las autonómicas de 2024.

El PPdeG abre fuego con su congreso a finales de esta semana, el BNG citó a los suyos a la asamblea nacional el 7 de noviembre y el PSdeG debe celebrar su cónclave a más tardar el 19 de diciembre. Cada fuerza tiene sus propios retos por delante y en todas ellas se moverán algunas piezas, aunque no con la misma intensidad.

PPdeG: Sin sucesión a la vista toca renovar ideas y nombres


Más jóvenes y más mujeres. Es es el espíritu con el que el Partido Popular de Galicia llega esta semana a su 17º congreso autonómico, que finalmente será en Santiago si la evolución del covid –que ya obligó a trasladarlo desde Pontevedra– no se tuerce demasiado.

A los populares gallegos les fueron bien las cosas a nivel electoral y Alberto Núñez Feijóo es de los que cree que lo que funciona no debe de tocarse, así que decidió presentarse por quinta vez –superará los 16 años de Fraga– a la presidencia del partido, ahorrándole a la familia popular el quebradero de cabeza de su sucesión.

Con la decisión de aparcar por ahora el debate de su relevo Feijóo consiguió dos cosas: la primera es poder centrar el congreso en la preparación de las elecciones municipales de 2023, que es el objetivo que ahora mismo tiene el PPdeG entre ceja y ceja; y la segunda es dar un aire de continuidad que resulta balsámico para los suyos.

Al aplazar el debate de su sucesión, Feijóo contagió al PPdeG de un ambiente de continuidad: tanto la suya como la de sus barones

Salvo sorpresa, Feijóo estará en el partido y en la Xunta hasta 2024, pero crece el convencimiento de que el presidente podría ir más allá de esta fecha. Aunque la legislatura no ha hecho más que comenzar, por primera vez se habla más de un hipotético quinto asalto a la Xunta que de un salto a Madrid y la política estatal.

Y es ese aire de continuidad que se respira en el PPdeG el que marca también su congreso del viernes y el sábado. No se espera en el Multiusos do Sar una revolución como la de 2016 en Ourense, cuando Miguel Tellado sustituyó a Alfonso Rueda como número dos del partido. Ahora se da por hecha la continuidad del ferrolano, pero también la de los cuatro líderes provinciales: Elena Candia, Diego Calvo, José Manuel Baltar y Alfonso Rueda. Las novedades, que las habrá, habrá que buscarlas en otros niveles del staff.

Lo habitual es que ganen peso en la dirección del partido perfiles con proyección institucional o futuribles candidatos en las ciudades y villas, ya que es en la Galicia urbana donde cojea el partido. Nombres como Borja Verea, Marta Fernández Tapias, Pepa Pardo, Sandra Vázquez, Eugenia Vázquez, Marta Nóvoa y muchos otros encajan en ese perfil de renovación que pretende el partido. Y habrá que prestar especial atención a quién se le encarga el área interna de igualdad que el PPdeG creará en este congreso ya que puede ser una importante plataforma de visibilidad.

Pese al anuncio de Feijóo de que habrá una renovación de nombres, la tendencia del partido suele ser la de transiciones moderadas

El propio Feijóo insiste en cada acto del partido en la apuesta por la "renovación de ideas y nombres", una afirmación que ha puesto a algunos de los nervios pero que, según fuentes internas, no debe interpretarse en clave de revolución. Ese no fue, hasta ahora, el estilo del PPdeG, más dado a las transiciones moderadas.

Pero es cierto que aunque el ajuste fino para definir las candidaturas a las locales llegará en un siguiente paso –en el primer trimestre de 2022 tras los congresos provinciales–, los nombres que despunten en este congreso van a dar algunas pistas interesantes.

Eso sí, que nadie las espere en clave autonómica, porque Feijóo no señalará sucesor. Básicamente porque por el momento no hay nadie a quien suceder.

BNG: Adaptarse al nuevo rol y crecer sin perder la esencia


El Bloque Nacionalista Galego vive su momento más dulce en los casi cinco años y medio que lleva Ana Pontón al frente. Su éxito electoral –incompleto al no lograr la Xunta– de hace un año sigue refrendado por la inmensa mayoría de las encuestas y por la sensación de solidez de la formación frentista.

Nada tiene que ver aquel BNG que con solo seis escaños tenía que inventar lo imposible para salir en la foto con el partido que hoy lidera la oposición con 19 actas. Y precisamente es ese cambio de rol el que los nacionalistas deben afinar en su asamblea nacional.

Con el liderazgo apuntalado, igual que en el PPdeG, el Bloque puede centrar los esfuerzos de su cita interna en preparar el camino para las municipales y orientar su debate a las ideas y no a los nombres. Tanto la gente que rodea a Ana Pontón como el núcleo duro del BNG, en manos de la UPG, está muy definido y no es muy dado a abrir la puerta a experimentos. Nombres como Luis Bará, Olalla Rodil, Noa Presas, Goretti Sanmartín, Néstor Rego, Xavi Campos, Rubén Cela o Mini seguirán constituyendo la sala de máquinas de una formación a la que las cosas le van rodadas.

El BNG va a una asamblea de ideas y estrategias para continuar creciendo, mientras que en el PSdeG prima el debate de nombres

Por eso el BNG se fijó como gran reto para su asamblea del 7 de noviembre ensanchar su base. Sobre el papel es sencillo, pero en la práctica puede entrañar riesgos. Tras engullir a todo el electorado del rupturismo en 2020, al Bloque le toca pescar en el caladero del PSdeG –las encuestas dicen que ya lo está haciendo– y, si quiere conquistar la Xunta, debe hacerlo también en el del PPdeG. Pero mover al electorado de centro-derecha y a la fracción galleguista de los populares hacia el nacionalismo implica una transversalidad que hasta ahora el Bloque nunca quiso asumir. Aunque quizás Ana Pontón sí lo esté haciendo.

Ella interpretó a la perfección el nuevo rol del BNG como líder de la oposición y como alternativa real al PP, por lo que está dotando a la formación frentista de un perfil más institucional y amable, por simplificarlo, que le está permitiendo crecer.

La duda –y ese es un debate que tiene pendiente desde hace tiempo– es hasta dónde puede ceder sin traicionar la esencia o, dicho sin rodeos, sin irritar al núcleo más duro de la UPG. Empieza a ocurrir ya hoy con algunos de los mensajes de Ana Pontón y Néstor Rego, que pese a no ser contradictorios sí se mueven en intensidades e intencionalidades diferentes, al menos a ojos de ese votante de a pie que todavía mira con recelo al BNG.

Ese es el equilibrio clave en el que deben moverse Ana Pontón y el BNG y uno de los grandes debates que la formación debe dar en su asamblea nacional. Igual que ERC lo hizo en Cataluña, abandonando su rol de partido de oposición para convertirse en fuerza de gobierno, el Bloque Nacionalista Galego debe decidir cuál es el precio que está dispuesto a pagar para crecer.

PSdeG: Acabar con una década de incertidumbre o alargarla


Que el PSOE gallego sea el único de los grandes partidos sin fecha para su congreso es algo muy ilustrativo sobre el mar de incertidumbre en el que navega desde hace años; exactamente desde que perdió la Xunta en 2009 y se marchó –o lo echaron–Touriño. Una década perdida con liderazgos que por unas u otras razones nunca se consolidaron. Y en esas siguen los socialistas gallegos.

A diferencia de PP y BNG, que acuden a citas orgánicas donde primarán las ideas, en el PSdeG el debate es el de los nombres. El liderazgo de Gonzalo Caballero está cuestionado y, tenga mayor o menor peso el sector crítico con el secretario general, se da por hecho que habrá que ir a unas primarias para resolverlo. Los dos bandos llevan tiempo moviendo los hilos por detrás y las primeras denuncias públicas –el pasado sábado– sobre el inflado de censos de militantes en A Coruña para pervertir las primarias son solo las primeras escaramuzas de una batalla anunciada. Y a partir de ahora irán a más.

Pero también es cierto que la tensión no es igual en todos los sitios. Lugo se mantiene por ahora al margen. Consciente de que la provincia será determinante, José Tomé sigue con prudencia y equidistancia el proceso, más centrado en hacerse con el liderazgo provincial para resolver su situación de interinidad que por quemarse en disputas de nula rentabilidad.

El salto a la presidencia del Gobierno de Pedro Sánchez impulsó a Cabllero, pero el efecto se desvaneció rapidamente

Gonzalo Caballero exprimió el efecto Sánchez en 2019 y los resultados electorales en locales, estatales y europeas catapultaron su figura dentro y fuera del partido. Pero le duró poco. El revés electoral de 2020 fue mayúsculo, por mucho que él y su entorno –el último en hacerlo fue Pablo Arangüena– lo intenten disfrazar con una subida simbólica del porcentaje de votos. Tanto en el PSdeG como en Ferraz hay voces que consideran que la gravedad del sorpasso del BNG tiene suficiente entidad como para jubilar a Caballero antes de 2024. Pero una cosa es decirlo y otra diferente hacerlo, porque en este PSdeG sobran nombres pero faltan hechos.

El más recurrente de un tiempo a esta parte es del de José Ramón Gómez Besteiro. Liberado del grueso de su losa judicial es la alternativa que más convence al sector crítico. Dejó los focos, pero no la política, y en estos años de calvario judicial tejió una fuerte alianza con Valentín González Formoso, al tiempo que limó sus diferencias con Ferraz y tendió otros puentes interesantes dentro del socialismo gallego. Lo que ocurre con Besteiro es que los tiempos no le ayudan porque llegaría a este congreso orgánico muy justo.

Por eso se especula también con la posibilidad de formar un tándem en el que Formoso asuma ahora la dirección del partido, ganando tiempo para que Besteiro sea el aspirante a la Xunta en 2024. Con él no habría que construir un candidato desde cero.

Se barajan numerosos nombres como alternativas a Caballero, pero ninguna tiene una especial fuerza

Siendo este el plan A para disputarle el liderazgo a Caballero, existe también un plan B con el delegado el Gobierno, José Miñones. Su nombramiento se interpretó al momento en clave orgánica y tiene feeling con Ferraz y Sánchez, pero en su contra juega su escaso bagaje a nivel orgánico.

En la recámara quedan nombres como la emergente alcaldesa de A Coruña, Inés Rey, todavía muy verde; o el de Vilagarcía y presidente de la Fegamp, Alberto Varela, que tiene buen cartel y la bendición del PSOE de Vigo.

Pero por encima de todos ellos hay todavía un nombre: el de Gonzalo Caballero. Convencido de contar con el apoyo de las bases y de que en primarias cada militante es un voto, está dispuesto a plantar batalla a quién se le ponga enfrente. Pocos pueden darle lecciones en materia de resistencia y además los tiempos orgánicos juegan a su favor, porque la ausencia de una alternativa clara que convenza a todo el mundo –críticos, Ferraz, Vigo, A Coruña... lo convierte en una posible solución de continuidad. Así, no se descarta que mantenga la batuta a nivel orgánico aunque después se piense en otro cartel para las elecciones.

Ahora bien, en el PSOE gallego reconocen que su relación con Ferraz vivió mejores épocas. De hecho, da la sensación de que en Galicia buena parte del socialismo todavía no movió ficha a la espera de que se pronuncie Pedro Sánchez. Ferraz, que busca una salida pacífica para Galicia, demostró en Andalucía que aunque la esencia de las primarias es un militante un voto el aparato manda... y mucho. Y por ahora no habló a favor de Caballero. Ni en contra.

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