Peajes urbanos para acceder a ciudades, ¿una nueva tasa verde para los bolsillos?

El ministerio contempla introducir un cobro para reducir los atascos y la contaminación e incrementar la recaudación
Los atascos en las habituales zonas calientes fueron una constante a lo largo de toda la jornada. RAFA FARIÑA
photo_camera Atasco en Pontevedra. RAFA FARIÑA

Con la implantación de los nuevos peajes en las autovías prácticamente confirmado, el Gobierno central podría ir un paso más allá y aplicar también algún tipo de cobro por el acceso a las principales ciudades. Se trata de una medida a medio camino entre lo ambiental y lo económico que, pese a ser poco más que un boceto, ya empezó a generar inquietud y las primeras reacciones en contra, como la de la Xunta. Y aunque los llamados peajes urbanos no son ningún invento nuevo, en España sí son bastante desconocidos.

¿Qué es un peaje urbano?
Se trata de la imposición de una tasa para acceder a una ciudad o circular por ella —en su totalidad o solo en algunas zonas— en un vehículo contaminante. Su objetivo es triple: reducir los atascos, rebajar la contaminación y recaudar. El primero que funcionó en el entorno europeo fue el de Londres, que comenzó a aplicarse en la zona centro en 2003 con una tarifa fija de 5 libras (7,5 euros) al día.

¿Funciona ya en España?
En España no hay ningún peaje urbano operativo como tal. Pero el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico presentó hace unos días junto a la Federación Española de Municipios y Provincias (Femp) lo que puede ser la antesala: las directrices para la creación de zonas de bajas emisiones (ZBE). La nueva ley de cambio climático establece que los ayuntamientos españoles de más de 50.000 habitantes, los territorios insulares y los municipios de más de 20.000 habitantes que superen los valores límite de contaminantes regulados deberán adoptar antes de 2023 planes de movilidad urbana sostenible que incluyan el establecimiento de esas zonas de bajas emisiones.

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¿Qué son las ZBE?
La definición más simple que se puede hacer es que las zonas de bajas emisiones no son más que áreas urbanas en las que se restringe el acceso a vehículos contaminantes. Puede ser una restricción total, prohibiendo todo acceso, o parcial, que permite acceder previo pago de un peaje o solo determinadas horas al día o días de la semana. El objetivo es acabar con los macroatascos de coches en los centros urbanos, que perjudican a los conductores por la pérdida de tiempo, a los vecinos que soportan ruido y contaminación, y a la economía por el tiempo perdido. En España funcionan ZBE en Barcelona y Madrid —el polémico Madrid Centro— y hay otras áreas restringidas en Sevilla, Valencia o Valladolid, pero solo de forma temporal cuando el indicador de polución en el aire se dispara.

¿Cómo se aplicaría el pago?
Eso todavía es un misterio. De momento, el Gobierno central introduce la obligatoriedad de habilitar esas ZBE en las ciudades para 2023. Es en sus Directrices para la creación de zonas de bajas emisiones, documento de acceso público en la web del ministerio, apunta a ese posible cobro. "El acceso y circulación en la ZBE puede incorporar el pago de una tasa o peaje, cuya cuantía puede además variar en función de las condiciones del vehículo, en base al principio quien contamina paga", apunta. Eso significa que podría encarecerse el peaje para coches diésel o para circular en horas punta, por ejemplo. Y añade sobre la recaudación. "El peaje urbano genera un flujo de ingresos económicos constante que puede sustentar actuaciones persistentes en la mejora del espacio público para la movilidad peatonal, en el desarrollo de infraestructura ciclista y para el transporte público".

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¿Peaje urbano o ZBE?
El reto, que pasa por liberar de coches las ciudades, se puede abordar con varias fórmulas: con un peaje urbano al uso o a través de estas zonas de bajas emisiones, mucho más extendidas en Europa que el ‘impopular’ peaje. Las ZBE solo afectarían a un número limitado de conductores: los que tienen coches más contaminantes y los que acceden a una zona muy concreta de la ciudad. Enfrente, los peajes podrían generar más rechazo ya que se aplicarían a todo el mundo que accediese a una ciudad. También existe la posibilidad de hacer una combinación de ambos modelos, como ya experimentaron algunas urbes europeas. En todo caso, ni uno ni otro sistema tienen en cuenta la renta, por lo que son una nueva tasa verde que castigará el bolsillo.

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