La peregrinación crece en otoño e invierno: sin calor ni aglomeraciones

El Camino renació hace tres décadas como un fenómeno casi estival y se mantuvo así muchos años, pero la pandemia aceleró la desestacionalización y ya hubo más compostelas en septiembre que en julio y este octubre se dieron más de 1.500 al día
Camino de Santiago. DP
photo_camera Camino de Santiago. DP

Antes de que la Xunta de Fraga, por iniciativa de Víctor Vázquez Portomeñe, decidiese reinventar en 1993 el fenómeno del Camino para convertirlo en lo que se conoce como Xacobeo moderno, a Santiago apenas llegaban 10.000 peregrinos al año. Pagaban en pesetas en los contados alojamientos que había y recorrían kilómetros en absoluta soledad, casi siempre aprovechando el buen tiempo y los días largos del verano. Tres décadas después, cualquier cifra que tenga que ver el Camino se multiplicó. Pero no solo variaron los números: también cambió el concepto. De aquel peregrinar espiritual y veraniego que nacía hace 30 años queda poco. Hoy, el Xacobeo es un fenómeno más turístico y global: hay más peregrinos, por más rutas y, sobre todo, durante más tiempo.

A medida que el Xacobeo fue creciendo en todas sus dimensiones y pasó a ser una pieza fundamental del sector turístico y, por extensión, del PIB gallego, se intentó exprimir al máximo. Así, la riqueza que en origen se repartían los concellos del Camino Francés se fue democratizando por el resto del territorio con la apertura de nuevas rutas oficiales: Portugués, Norte, Inglés, Primitivo...

Ya solo quedaba una asignatura pendiente: repartir también ese flujo económico concentrado en el verano a lo largo del resto del año. Surgía el concepto de desestacionalizar el Camino, un reto que ahora, tres décadas después, se puede corroborar con datos.

LAS CIFRAS. Nada ilustra mejor esa desestacionalización que los números. Hace 20 años, en 2003, llegaron a Santiago 74.324 peregrinos, de los que casi la mitad (33.072) lo hicieron en julio y agosto. Dos décadas después, el peso de compostelas entregadas en julio y agosto bajó notablemente: este año fueron un 29%, el porcentaje que corresponde a 127.817 peregrinos de los 432.279 contabilizados de enero a octubre. Es decir, que cuando se complete este año, ese 29% será incluso inferior.

Otro dato incontestable y evidente: septiembre ya aporta más caminantes que julio, el mes del propio Apóstol. Fueron 67.587 en el mes que arranca el otoño frente a 59.297. De hecho, la diferencia de compostelas de agosto (68.520) a septiembre fue inferior al millar, según la Oficina del Peregrino.

Otra evidencia, de las muchas que se podrían sacar de cada anuario estadístico del Camino: este octubre que acaba de terminar se expidieron 53.099 compostelas. La cifra, de récord, supone una media de 1.700 diarias, un dato que hasta no hace tanto solo estaba al alcance de las semanas más fuertes del verano.

Son solo algunos ejemplos de las decenas que se podrían citar y que confirman esa tendencia al nuevo reparto anual de la ruta jacobea, con una peregrinación que va ganando peso sobre todo hacia el otoño. Porque, en el fondo, cuando en abril coincide Semana Santa ya suele ser un buen mes, mientras que mayo siempre es atractivo para los peregrinos por sus días interminables y su habitual clima benévolo. Así que por donde despega realmente esa desestacionalización es por septiembre, octubre y noviembre.

Pero también por el crudo invierno, donde se pasó de eneros y febreros con peregrinos testimoniales -unos 300 al mes- a principios del milenio a los prácticamente 2.000 el año pasado.

El director de Turismo de Galicia, Xosé Merelles, se refería recientemente a los beneficios que supone para el modelo turístico gallego que cada vez sean más los peregrinos que llegan a Santiago fuera de temporada alta y por más itinerarios. "Con esta tendencia na peregrinación contribúese a que a tradición xacobea e o impacto económico asociado se recupere en concellos das catro provincias". "O Camiño está rompendo a estacionalidade. Estanse rexistrando novos récords históricos de compostelas, especialmente en inverno e primavera".

LAS CAUSAS. Evidentemente, la desestacionalización del Camino no es un proceso automático, sino asentado con los años. Aunque sí se constata un punto de inflexión que aplana la pirámide de peregrinación que conformaban los meses de julio y agosto para convertirla en una meseta que se extiende de abril a octubre: la pandemia. Hubo un Camino hasta 2019 y otro a partir de 2020.

La separación impuesta por el covid empujó a muchos caminantes a disfrutar de la ruta en soledad, una experiencia única cuyas bondades corrieron como la pólvora. ¿Y cuándo se puede lograr esa relativa soledad? Casi en cualquier momento fuera de las aglomeraciones estivales.

La masificación del tramo final del Camino en julio y agosto empieza a disuadir a determinado perfil de peregrino, que no quiere albergues llenos ni colas para comer. Un factor de desestacionalización al que se suma otro cada día más evidente: el cambio climático. Las olas de calor en verano son cada vez más frecuentes e intensas, mientras que el sol se estira hacia septiembre y octubre. Hasta el invierno es más suave.

Todos estos factores, metidos en la mochila, consolidan la desestacionalización del Camino. Y por si quedan dudas, este domingo desapacible de noviembre, se entregaron... ¡587 compostelas!

Comentarios