"Tengo 20 años. ¡Soy una niña! No puede estar pasándome esto"

Una joven de Boqueixón relata en un libro su calvario, del que le quedan como secuelas "el miedo, las fobias y ocho cicatrices"
Patricia Calveiro, autora del libro, y la protagonista, Noelia Míguez. EFE
photo_camera Patricia Calveiro, autora del libro, y la protagonista, Noelia Míguez. EFE

Noelia Míguez está segura de que su salud mental siempre estará resentida por lo aterrador que fue para ella haber sido cosida a puñaladas por una pareja con la que equivocadamente se creía a salvo: "Tendré estrés postraumático toda mi vida".

Con 29 cumplidos, se siente a años luz de la chica que besó por primera vez a su verdugo en diciembre de 2012. En apenas una década esta gallega sobrevivió a ocho navajazos, se activó contra el machismo (imparte conferencias) y este mes anunció que se casa con Pablo, el chico con el que desde vive un amor sano.

La gente le comenta con frecuencia a Noelia que es una valiente, una mujer muy fuerte, pero ella no lo ve así. "La verdad es que yo no elegí llevar una vida de Juana de Arco", sostiene quien fue maltratada desde los 19 hasta los 22. En junio de 2015 llegó la estocada final, el remate.

Hoy, cuando es capaz de revivir hechos sin sentirlos, asegura que no hacía falta que su entonces novio le diese una paliza como la del último día para hacerla víctima. Lo fue desde el inicio del romance. Desde que controlaba su móvil, sus redes, su vestimenta y sus amigos. Lamentablemente la sociedad asocia esta lacra casi en exclusiva a la agresión física, cuenta esta sanitaria "de corazón", apasionada de la enfermería.

Y añade que los golpes, las cuchilladas, las quemaduras y los tirones de pelo duelen una barbaridad, pero lo peor es la parte psicológica. "Tengo secuelas a nivel de miedos, de fobias, y tengo manías. En un bar intento sentarme de cara a la puerta o tenerla muy vigilada. Y en lugares donde hay mucha gente, pues procuro tener las caras muy controladas", revela.

Echar el cierre del coche nada más entrar, no tener las persianas bajadas y mirar si las puertas están cerradas son otras de sus costumbres de subsistencia. Noe perdió el oído izquierdo, tiene cicatrices y un meningocele en la cabeza ("una bola de líquido") por el que toma medicación y que le causa mareos y vértigos.

El parte que la llevó al hospital es demoledor y acepta que es con lo que se queda la sociedad: las heridas punzopenetrantes, los tajos, los hematomas, sus pulmones encharcados...

En junio de 2017, en el juicio celebrado en la Audiencia de A Coruña se enfrentó a su agresor sin biombo. Él fue internado en un centro psiquiátrico y ha disfrutado ya de varios permisos, el último de ellos ha coincidido con la presentación del libro Ocho señales: Cuestión de vida o muerte (Meraki) donde la protagonista de esta historia real detalla su vivencia, que culmina con un brutal ataque en la casa de Boqueixón.

"Desnuda y helada. La sangre sale de mi cuerpo sin parar. Tengo 22 años. ¡Joder, soy una niña! No me puede estar pasando esto". Esta era una Noelia renqueante y anulada. Son sus palabras, es su definición. "Pabliño, gracias por dejarme disfrutar del amor de verdad, del amor bonito. Gracias por demostrarme que los hombres sois maravillosos y que el amor verdadero existe y no duele. Solo me duele el corazón de tanto quererte". ¡Así es! Y así es ella en el año 2022.

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