La triste fuga de 83 años de Vicente

Identifican los restos de un preso de Cee que, en plena Guerra Civil, participó junto a casi 800 reclusos en la evasión del Fuerte de San Cristóbal, una de las mayores de la historia de Europa
La exhumación de la fosa en las faldas del monte Ezkaba. EP
photo_camera La exhumación de la fosa en las faldas del monte Ezkaba. EP
Más de 80 años ha tenido que penar Vicente Mejuto Leis para completar la trágica fuga del Fuerte de San Cristóbal, después de que el Instituto Navarro de la Memoria haya logrado identificar sus restos y cerrar este episodio que, no obstante, tiene muchos rostros. Porque Vicente fue, además, el primero de muchos. Otros 54 gallegos murieron asesinados en el escape de esta prisión enclavada en los montes próximos a Pamplona, una de las mayores evasiones de la historia de Europa.

Vicente llevaba cerca de diez meses encerrado en el penal navarro cuando, el 22 de mayo de 1938, trató de cambiar su suerte junto a casi 800 encarcelados. Natural de Cee, de 25 años de edad, a San Cristobal había llegado desde la Prisión Provincial de Coruña en junio del año anterior. Soltero y chófer de profesión, su afiliación sindical le había costado el arresto, al igual que a su hermano Teófilo y otros sindicalistas de la comarca, que fueron condenados a muerte y asesinados. A él le cayeron doce años y un día de prisión tras ser juzgado por rebelión militar.

LA GRAN EVASIÓN. San Cristóbal era, en origen, una fortaleza construida durante las guerras carlistas. En 1934 había sido reconvertida en cárcel y por aquel mayo de 1938, a falta de un año para que terminase la Guerra Civil, albergaba en duras condiciones a cerca de 2.500 prisioneros, muchos de ellos republicanos. Empujados por el hambre, el hacinamiento y la insalubridad que sufrían en el penal, 17 presos organizaron una multitudinaria fuga aprovechando que era domingo y faltaba parte de los funcionarios. Lograron desarmar a los que quedaban, matando a uno de ellos que opuso resistencia, y abrieron las celdas.

De tan exitoso, muchos dudaron del plan y renunciaron a huir, pero unos 795 presos se lanzaron al monte, mal pertrechados y prácticamente desnutridos, para tratar de alcanzar la frontera francesa. La desorganización y la confusión, sin embargo, provocó que algunos de ellos pensaran que la guerra había acabado y trataran de volver a casa en tren comprando el billete con los vales de la prisión. Fueron detenidos de inmediato. Contra el resto, las autoridades franquistas declararon una caza del hombre. Más de 200 perdieron la vida en las batidas a tiros por el monte o en las ejecuciones posteriores, y fueron enterrados en fosas comunes en poblaciones cercanas o en el entorno del fuerte. Entre ellos, los presos pontevedreses fueron el contingente más numeroso, con 26 víctimas. Antes o después, otros 585 fugitivos fueron capturados de nuevo. Al final, solo tres lograron llegar a Francia a salvo.

El Fuerte de San Cristobal terminó sus días como prisión en 1945. El Ejército lo dejó definitivamente abandonado en 1987.

EL QUINTO. Vicente Mejuto Leis es uno de los cuatros presos a los que dieron muerte y sepultaron en una fosa en las faldas del monte Ezkaba, en una zona próxima a la localidad de Berriozar conocida como la Esparceta. Se trata del quinto fugado de quien el Instituto Navarro de la Memoria logra recuperar la identidad y "el primero de los 55 gallegos asesinados" en el suceso, recordó este martes el Gobierno de Navarra en un comunicado.

Para ello, fue decisiva la participación de un familiar del ceense, que contactó con la asociación Txinparta-Fuerte de San Cristóbal, que a su vez lo puso en conocimiento del Instituto Navarro de la Memoria, ya que este procedimiento solo pueden llevarse a cabo si se cuenta con muestras genéticas aportadas por parientes.

Con Vicente, son ya 29 las personas identificadas desde la creación del banco de ADN de Navarra sobre 268 expedientes abiertos.

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