Ascensión Cambrón: "La vida es un derecho, pero no un deber"

La presidenta de la asociación Derecho a Morir Dignamente (DMD) en Galicia defiende la legalización de la eutanasia
Ascensión Cambrón, presidenta de la Asociación Derecho a Morir Dignamente en Galicia. EP
photo_camera Ascensión Cambrón, presidenta de la Asociación Derecho a Morir Dignamente en Galicia. EP

La ley de la eutanasia ya es una realidad y un hito histórico, aunque ha habido que esperar mucho. Veintitrés años desde la muerte de Ramón Sampedro.

Sí, y 34 años desde que existe nuestra asociación, a la que se aproximó Ramón cuando se quedó tetrapléjico y le dimos apoyo en sus demandas. La espera se debe a que, aunque algunos parten de que los derechos son naturales, esto es falso: hay que conseguirlos mediante lucha. En este caso ha habido un movimiento social que ha presionado a los representantes públicos a dar el paso en el Congreso. En el último sondeo que hizo Metroscopia el 87% de los encuestados estaban a favor de aprobar esta ley, y a los políticos no les quedó otra que recogerlo ante un respaldo tan mayoritario.

¿La sociedad se fue concienciando respecto a décadas atrás?

Esa es una clave. La otra está en el desarrollo de la medicina en los últimos 30 años. Ahora se puede mantener a una persona en estado vegetativo o con un diagnóstico sin esperanza meses y años, y antes no, por lo que se manifiesta una realidad que antes no había y que hace preguntarse: ¿quiere esta persona seguir viviendo? Esas creencias de que el sufrimiento es necesario hace tiempo que están fuera de onda. La vida es un derecho pero no un deber.

Parece un precepto irrebatible, pero no todos lo comparten...

Una persona puede tener las creencias que quiera, pero ojo, porque esta ley no obliga a que nadie pida la eutanasia. Es como la ley del divorcio. Elimina el sufrimiento también, cuando no es posible convivir, pero no obliga a nadie a separarse si no quiere. Con la ley de la eutanasia sucede exactamente lo mismo. A los que se oponen les pido que sean respetuosos con quienes no piensan como ellos. Porque además la ley es sumamente garantista, hasta el punto de exigir al paciente que exprese cuatro veces su deseo de morir, conversaciones con médicos mediante.

Precisamente los médicos podrían oponerse a realizarla si son objetores de conciencia.

Los médicos, en general, tienen bastante aceptación de la ley. La ley deja la posibilidad de objetar, pero si un médico se niega a aplicar la eutanasia, la autoridad médica competente [en Galicia el Sergas] tiene que elegir otro. Se garantiza entonces su aplicación. Sí, aunque las peticiones deben de ser evaluadas por una comisión con un médico y un abogado nombrados por la autoridad médica de cada autonomía para ver si legalmente se puede conceder o no la eutanasia. Esto a la DMD nos parece que es un procedimiento poco precisado en la ley y tememos que en las comunidades gobernadas por partidos que han votado en contra [PP y Vox], puedan utilizar este mecanismo para no aplicar en la práctica la ley.

El trámite de la eutanasia parece intrincado. ¿Podría resumirlo?

Un paciente que tiene un diagnóstico irreversible tiene que pedirlo dos veces en un plazo de 15 días por escrito. Primero lo estudia el médico que lo atiende habitualmente, y después uno distinto para que sea más imparcial. A continuación hay que evaluar la petición con la comisión que mencioné antes y el paciente deberá reafirmarse dos veces más, hasta un total de cuatro. El proceso dura dos meses como máximo.

Sampedro pudo elegir morir diez años antes pero se concienció de lo valioso que era visibilizar el derecho a la eutanasia

Su asociación también criticó que las dolencias psíquicas se queden fuera de la ley.

Sí. La ley es muy restrictiva y deja fuera a las enfermedades mentales y a los menores maduros, con entre 16 y 18 años. No tiene justificación estar alargando el sufrimiento hasta la mayoría de edad, cuando con 16 ya tienes potestad para hacerte donante de órganos. Es una cuestión de coherencia. En cuanto a las enfermedades mentales, aquí no tenemos tradición sanitaria de abordarlas como enfermedades incapacitantes. Por desgracia, aún se escucha llamar tolos a los pacientes mentales, y eso hay que corregirlo. A la DMD se nos acerca gente desesperada, con varios intentos de suicidio. Interpreto que los médicos creen que esas personas ya no tienen solución y solo le recetan pastillas.

Puede ser complejo que estos pacientes, por su estado, se manifiesten a veces sobre la eutanasia...

No, yo creo que estas personas, por ejemplo las que tienen en sus familias antecedentes de alzhéimer, ya podrían contemplar su futuro cuando empiezan ellos con la enfermedad.

¿Qué otras cosas mejoraría?

Nada más. La ley es suficiente y quiero dejar claro que en la DMD estamos contentísimos con ella. Ahora toca vigilar su aplicación y sensibilizar sobre ella. Esto además implica que habrá que formar a los médicos y a los futuros doctores en las facultades de medicina, enseñarles que lo de la eutanasia es una posibilidad.

Es probable que se les explique quién fue Ramón Sampedro.

Yo llevo años investigando sobre la eutanasia, y te puedo asegurar que en la bibliografía en el ámbito europeo, no hay libro que no mencione a Sampedro. Eso destaca la relevancia que adquirió su demanda. Algo que me parece clave es que el final que tuvo ya lo tenía a su alcance 10 años antes. Pero él se concienció de lo valioso que era que alguien como él apareciese en los medios reafirmando el derecho a la eutanasia, sabía de la importancia de su labor.

La película Mar Adentro pudo haber ayudado a sensibilizarse con el asunto.

Sí, lo refleja muy bien y ayudó muchísimo a visibilizar el derecho a la eutanasia.

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