Derroche de estilo en la boda de 48 horas de Marta Ortega y Carlos Torretta

El enlace se ha convertido en un desfile de elegantes vestidos de diseñadores muy conocidos

Marta Ortega y Carlos Torretta, a su llegada a Casas Novas. CABALAR (EFE)
photo_camera Marta Ortega y Carlos Torretta, a su llegada a Casas Novas. CABALAR (EFE)

Ser la heredera del imperio textil Inditex -caso de Marta Ortega, que este fin de semana ha contraído matrimonio con su novio Carlos, hijo del reputado diseñador Roberto Torretta- conduce a que se ratifique la sospecha de que su boda, de cuarenta y ocho horas, iba a ser un derroche de estilo.

Su "sí quiero", que este sábado tiene su broche de oro con un fin de fiesta en el centro de hípica de Casas Novas, en Arteixo, se produjo este viernes en la intimidad de la casa de cinco plantas que la familia de la novia posee en O Parrote, una zona céntrica de A Coruña, y ya desde esa primera parada ha quedado patente la elegancia.

Marta Ortega vistió un diseño exclusivo de la firma Valentino, obra del diseñador Pierpaolo Piccioli, director creativo de la firma, quien ha confesado que "acompañar a la mujer en uno de los momentos más importantes de su vida siempre es un regalo".

Piccioli ha contado en un comunicado que a través del diseño perfilado quiso transmitir un imaginario con un inusual y marcado sentido del romanticismo, lleno de ligereza, frescura e intención, con el objeto de ilustrar la fuerte personalidad de esta mujer de 34 años. Por ello eligió un sofisticado rosa claro casi blanco que "quería que fuese ligero como un aura que irradia las emociones de la novia", no solo un vestido, "sino algo vinculado a la magia del momento, al igual que el velo y las pequeñas flores en el peinado".

La camisa de gasa plisada y la falda, a su vez, "hablan un lenguaje más contemporáneo y, al mismo tiempo, romántico", según el diseñador.

No en vano, ha recordado, el trabajo de alta costura trata sobre la singularidad, la intimidad, la individualidad y los sentimientos atemporales. "Este lenguaje me dio la oportunidad de vestir a Marta en un momento tan especial", por lo tanto, "espero que disfrute de esta creación tanto como yo disfruté al concebirla para ella", ha destacado Piccioli.

El novio, Carlos Torretta, con el pelo recogido en una cola baja, optó por un elegante traje clásico en color azul medianoche, confeccionado a medida por una sastrería de Savile Row. En cuanto al calzado, el de Marta era un salón escotado de piel en el mismo tono que el vestido. Lució como únicas joyas su anillo de pedida y unos sencillos brillantes rosas como pendientes. 

En su muñeca, un hilo azul con el que cumplía con la tradición de llevar algún detalle en ese color y el pelo, con sencillas ondas, obra de su peluquera de confianza. El ramo que portó Marta, obra del florista francés Thierry Boutemy, estaba inspirado en los colores de la naturaleza gallega.

Discreto y rico al mismo tiempo, su idea era más la de un ejercicio vegetal que floral, y fue creado específicamente para el look diseñado por Piccioli para Marta Ortega, que optó por un maquillaje suave. Entre los invitados a la boda, tampoco faltó el "glamour", como el del modelo y actor Jon Kortajarena -uno de los más aclamados-, que combinó azul y negro; la maniquí Eugenia Silva, con un precioso vestido negro y dorado.

Uno de los atuendos más atrevidos fue el de la actriz Amaia Salamanca -una falda corta y ceñida negra y un top que simulaba un corazón-, mientras que la chef Samantha Vallejo-Nágera, optó por un rosa fucsia, con toques de rojo, y una voluptuosa camisa blanca. Más clásicos fueron los padres de la novia, Amancio y Flora, así como la pareja formada por el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, y la que fue directiva de Zara Home, Eva Cárdenas.

La madre y la hermana del novio vistieron, a su vez, creaciones del propio Roberto Torretta. Massimo Dutti fue la firma que se encargó de los niños presentes en la ceremonia y de los testigos por parte de la novia.

Más allá de la vestimenta, en la parte de mesa y mantel no faltaron los productos de la tierra, tampoco el pulpo -por lo que ha trascendido del evento- y las creaciones culinarias corrieron a cargo de los restauradores Pepe Solla, Javier Olleros y Ricardo Sanz.

En el fin de fiesta de este sábado en el hipódromo, la imagen está en consonancia con la línea seguida en las sucesivas paradas de este mediático enlace: etiqueta, largo para ellas y esmóquin para ellos; platos suculentos, música e incluso hogueras.

Comentarios