El debate sobre la gestación subrogada se recrudece

Las parejas piden que se legalice para hacerla accesible a quien no puede viajar al extranjera
Mellizos lucenses fruto de una gestación subrogada
photo_camera Mellizos lucenses fruto de una gestación subrogada

El próximo fin de semana se celebra en Madrid Surrofair, una feria de empresas de gestación subrogada (aquella en la que una mujer gesta al hijo biológico de otra pareja) que está en el punto de mira de dos colectivos: el de quienes desean tener un hijo de esa forma y el de los que consideran que se trata de una práctica que ejerce el control sexual sobre las mujeres, las cosifica y mercantiliza. Aunque el debate no es nuevo, pocas veces ha estado tan enconado como ahora, con grupos reclamando que se legalice cuanto antes en España una posibilidad a la que se calcula que recurren cada año entre 800 y 1.000 parejas y otros luchando para que no se dé aire a un proceso que limita la capacidad de elección de la mujer.

Las movilizaciones de uno u otro lado han dado lugar a extrañísimos compañeros de cama y a enemistades inesperadas. Por ejemplo, entre los que están en contra militan tanto grupos muy conservadores, de la línea provida y fuerte impronta religiosa, como asociaciones feministas activistas a favor de la legalización del aborto. Al mismo tiempo, ha alejado a los colectivos feministas de los LGTB, socios tradicionales en muchas reivindicaciones y que tienen en esa técnica la única posibilidad de que las parejas gays masculinas puedan tener hijos biológicos.

En el ámbito político, también hay división, con Podemos y Ciudadanos posicionados a favor y PSOE y PP, más bien en contra aunque con discrepancias y sin una postura consensuada.


La ley española no admite contrato alguno que suponga renunciar al derecho de filiación en favor de otra persona


"Se trata de una cuestión extremadamente delicada, que se presta a mucho debate y que, si se llega a legalizar, se hará siguiendo criterios muy estrictos", opina Javier Martínez Pérez-Mendaña, ginecólogo y presidente del Consello Asesor del Sergas. Cita tres cuestiones que una supuesta regularización debería garantizar. La primera sería que fuera altruista. "No podría haber intercambio de dinero ni ningún otro tipo de prestación. Sería la forma de garantizar que no se dan casos de explotación", dice, resumiendo el tipo de lesgislación que tienen, por ejemplo, Canadá o Australia.

Aunque esa misma fórmula es la que apoyan muchos, otros como la red ‘No somos vasijas’, que agrupa a decenas de colectivos feministas, son más descreídos. "Ningún tipo de regulación puede garantizar que no habrá dinero o sobornos implicados en el proceso. Ninguna legalización puede controlar la presión ejercida sobre la mujer gestante y la distinta relación de poder entre compradores y mujeres alquiladas ", dice en su manifiesto. Las asociaciones se niegan a utilizar el término subrogación, que ven como un intento de barniz aséptico para eludir lo que defienden que se trata realmente: vientres de alquiler.

HIJO BIOLÓGICO. El doctor Martínez Pérez-Mendaña cita como segunda condición que uno de los gametos (óvulo o espermatozoide) sea de la pareja subrogante; es decir, que el niño sea hijo biológico de al menos uno de ellos. Se entiende que ese es el objetivo. "Si no, ya existe otra opción: la adopción", apunta. Finalmente, el último requisito para que la regulación fuese la más adecuada desde el punto de vista ético sería que las parejas hubieran agotado previamente todas las alternativas que les ofrecen las técnicas de reproducción asistida.

Una propuesta así sería probablemente la que, hoy en día, tendría más posibilidades de regularse en España porque son muchas las voces que reclaman que solo la práctica altruista asegura que no se convierta en un mercadeo. Sin embargo,muchos de los que están deseosos de embarcarse en ese proceso abogan por el método americano de estados como California, donde se permiten todos los tipos de subrogación: altruista o con compensación económica, a heterosexuales, homosexuales, matrimonios, personas solteras, con independencia de su religión y, si es preciso, usando óvulos y espermatozoides de donante. Es decir, con escasos límites.


En general, los problemas de fertilidad hacen que entre el 3% y 4% de los niños nacidos en España sean una realidad gracias a alguna técnica de reproducción asistida


En el sistema californiano, las posibilidades de elección de los subrogantes son amplísimas e incluyen desde fotografías de las madres gestantes, con sus gustos y costumbres explicitados, hasta una oferta similar para seleccionar el óvulo o espermatozoide dominado, si tal cosa fuera precisa.

Ese espectro, el más amplio de cuantos existen en el mundo (Rusia admite todas las subrogaciones, menos la de parejas homosexuales; Israel, por ejemplo, exige que madre gestante y la pareja subrogante compartan religión...) atraen a muchas parejas.

También lo hace el hecho de que se considera un país muy seguro, donde la gestante renuncia a todos los derechos sobre el feto desde el comienzo. En España no se admite la subrogación precisamente porque se considera ilegal cualquier contrato en virtud del cual una mujer renuncia a la filiación del niño que trae al mundo en favor de otra persona o pareja.

Canadá también se considera como un país con garantías pero, como solo admite la subrogación altruista, suele ser más difícil conseguir iniciar el procedimiento, hay menos mujeres dispuestas a hacerlo.

Aunque los colectivos feministras son contrarios a cualquier tipo de alquiler de vientres, la mayor concentración de críticas se la llevan países como India, donde se han dado a conocer la existencia de casos de mujeres forzadas por sus maridos a servir de madres gestantes para parejas occidentales para ganar dinero o explotadas por redes para ese mismo fin. viviendo un embarazo tras otro.

DEMANDA. Con independencia de la postura que se mantenga, a favor o en contra, no cabe duda de que es un debate al que la mayoría de países deben enfrentarse en un momento dado y de que existen razones para que en España ese momento sea ahora. El doctor Elkin Muñoz, del Instituto Valenciano de Infertilidad (Ivi), clínica de referencia para el Noroeste peninsular, que también realiza algunas técnicas para el sistema público de salud, ve en su consulta a parejas susceptibles de recurrir a la gestación subrogada y no tiene duda de que hay mucha demanda para que se legalice esa práctica. "Lo prueba los grandes grupos de trabajo que hay en otros países sobre este tema", indica. 

En general, los problemas de fertilidad hacen que entre el 3% y 4% de los niños nacidos en España sean una realidad gracias a alguna técnica de reproducción asistida. "Lugo es de las provincias gallegas en las que tenemos más impacto ", admite el doctor Muñoz. Es decir, es la provincia en la que se da un mayor porcentaje de niños nacidos fruto de algún procedimiento realizado en el centro de tratamiento de fertilidad.

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