Un gallego, primer español contratado por el mítico ballet del teatro Mariinsky

Raúl Ferreira, de solo 19 años, fue contratado para el cuerpo de baile de esta compañía rusa, cuna de la danza clásica ► El joven terminó sus estudios en el CDAN de Lugo hace dos años y ahora se gradúa como bailarín profesional en San Petersburgo

Un joven lucense, Raúl Ferreira Fernández, se convirtió, con solo 19 años, en el primer español fichado por la mítica compañía rusa de ballet del teatro Mariinsky, de San Petersburgo. El talento de este chico no pasó desapercibido por el ojeador de la compañía que, hace unos días, se trasladó hasta las instalaciones de la escuela de ballet Vaganova —dependiente también del teatro y donde se formaron, entre otros, Rudolf Nureyev y Anna Pavlova— para seleccionar a un nuevo bailarín o bailarina de cara a la próxima temporada.

El lucense Raúl Ferreira, que ultima su formación como bailarín en esta escuela de San Petersburgo desde hace dos años, fue uno de los elegidos convirtiéndose, además, en el primer español en entrar en el cuerpo de baile del legendario ballet, cuna de la danza clásica a nivel mundial. "Vinieron a la escuela ojeadores de diferentes compañías, la mayor parte rusas. Y, entre ellas, estaba el del ballet del teatro Mariinsky, que ofrecía varios puestos de trabajo. Para ello, nos convocó a varios aspirantes a una audición, que consistió en una clase de danza clásica guiada por él y resulté seleccionado", cuenta Raúl Ferreira, desde San Petersburgo, donde está finalizando su formación como bailarín profesional.

La hazaña de este chico lucense no solo se limita a fichar por el legendario ballet sino que también 'rompió techo' al convertirse en el primer español del cuerpo de baile del Mariinsky y en uno de los pocos extranjeros que logran entrar. "Para mí, esto es algo impresionante porque la compañía es de las más importantes del mundo, soy el primer español en formar parte del cuerpo de baile y uno de los pocos extranjeros pues, realmente, es muy difícil entrar en el Mariinsky siendo extranjero, como es mi caso", dice Raúl, ilusionado con el reto que afronta ahora en su carrera.

"Es muy difícil entrar en el Mariinsky siendo extranjero, como es mi caso. Esto es algo impresionante"



De momento, Raúl Ferreira todavía está finalizando sus estudios en la escuela Vaganova, a donde se trasladó hace dos años desde Lugo, una vez que terminó el grado Profesional de Danza Clásica en el Conservatorio de Danza (CDAN) de Lugo. "Me quedan dos semanas y ya en julio comenzaré a trabajar con el ballet del Mariinsky para preparar la nueva temporada, que se iniciará en septiembre. Me harán un contrato de trabajo y, por ahora, no tengo ni idea qué obra bailaré y qué haré. Solo sé que formaré parte del cuerpo de baile y eso, para mí, ya es mucho, es todo un sueño", indica Raúl.

Pese a que conseguir una plaza en el ballet del teatro Mariinsky no es, precisamente, moco de pavo, Raúl confiesa que siempre tuvo mucha confianza en sí mismo y, en el fondo, albergaba la esperanza de poder ser un bailarín más de la compañía. "Tenía esperanzas de conseguirlo. Durante estos dos años en San Petersburgo, trabajé muy duro y la verdad es que con esfuerzo se van consiguiendo cosas. Por ese motivo, en el fondo, me veía con posibilidades de hacerme con la plaza. Aunque también reconocía que el hecho de ser extranjero no me ayudaba ya que son muy pocos los extranjeros que cogen", indica el joven lucense.

 "En julio comenzaré a trabajar en el cuerpo de baile para preparar la nueva temporada, que se inicia en septiembre"



Raúl Ferreira descubrió en la escuela Vaganova de San Petersburgo lo importante que es la danza clásica en Rusia, donde este arte forma parte de la cultura de este país. "Aquí la danza está muy valorada incluso a nivel popular, forma parte de la cultura rusa. Pero eso no es todo: en San Petersburgo descubrí una disciplina y un gran método de trabajo en la enseñanza y en la práctica de la danza", afirma el bailarín, que hizo una gira con la escuela por Japón con once representaciones de ‘El cascanueces’, de Chaikovski.

El lucense, que ya domina el ruso a la perfección pese a que no sabía ni una sola palabra hace dos años, se aclimató perfectamente tanto a la dura disciplina y metodología de la escuela como al idioma, al clima y a la forma de vida en este país, lo que no resulta nada fácil para un joven de su edad. Algo que no se consigue, a priori, si no es por el combustible que alimenta todo ese sacrificio. Un combustible llamado ilusión.

"¿Mi reto? Mi reto es llegar a lo máximo en el mundo de la danza, cueste lo que cueste. La danza es mi vida y por eso estoy aquí", cuenta Raúl, el Nureyev lucense.

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