Demócratas al borde de un ataque de nervios

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Obama contraataca. El tozudo senador de Illinois dejó muy claro después del Supermartes que su derrota se venderá cara. Después de resistir y quedar a escasa distancia después de las votaciones en 21 estados, fue el vencedor demócrata de la noche del sábado ganando en los tres estados, Nebraska, Luisiana y Washington, lo que deja una situación aún más empatada.

Del lado republicano todo está a favor de McCain, aunque este sábado se le atragantó con la victoria de Mike Huckabee en Kansas y Luisiana y una pírrica victoria en Washington, en teoría, terreno abonado para él.

Aún así, su distancia sigue siendo demasiado amplia para pensar en otro candidato a la presidencia por el partido de los “elefeantes”.

Demócratas al borde de un ataque de nervios
Y si Obama pretende seguir animando la campaña, su partido no parece estar tan animado. Todo indica, por tanto, que las pretensiones de conseguir aclarar al candidato demócrata cuanto antes, ya aireadas por el Presidente del Partido, Howard Dean, tendrán que esperar.

"Creo que tendremos un candidato para mitad de marzo o en abril", aseguró Dean, quien no ocultó su temor ante la posibilidad de que esto no vaya a ser así, porque, dijo, "no podemos afrontar" una Convención abierta.

Si las primarias que quedan, entre ellas varias claves, como las que se celebrarán el próximo martes en el área del río Potomac, -Maryland, Virginia y Washington DC- y después en estados potentes como Texas, Ohio y Pensilvania, siguen repartiendo delegados equitativamente entre los dos candidatos, el futuro pinta negro.

Los superdelegados entran en escena
En ese caso, los analistas apuntan la posibilidad de que sean los "superdelegados", -que reciben esta condición en función de su cargo, pero que no son elegidos y votan finalmente según sus preferencias- los que decidan el candidato.

Los "superdelegados" son miembros del aparato del partido tanto en los diferentes estados como a nivel nacional. Hay entre ellos varias luminarias como, por ejemplo, los ex presidentes. Tienen asiento y voto en la Convención y son alrededor de 800.

La posibilidad de que sean estos "superdelegados" no elegidos, y no los emanados de los votos de las primarias y los "caucus", los que vayan a decantar la candidatura demócrata levanta ampollas entre muchos demócratas.

Donna Brazile, estratega demócrata y una clásica de las últimas campañas, asesora de Bill Clinton y Al Gore, fue así de tajante: "Si 795 de mis colegas deciden esta elección, dejo el Partido Demócrata. Lo tengo muy claro".

Hasta este momento, Clinton ha cortejado mejor a los superdelegados que Obama y lleva mejor recuento -193 contra 106- pero quedan otros 500 por recabar, y la lucha, también ahí, se puede dar a muerte.

Con este panorama demócrata de fondo, todo parece indicar que el republicano John McCain, que a pesar de la victoria de Huckabee hoy en Kansas y Luisiana, se ha quedado sin rival efectivo en esta campaña, tiene las cosas más fáciles.

Artillería contra McCain
A pesar de su división -o precisamente por ella- los estrategas demócratas han comenzado a dar los pasos necesarios para que su candidato, sea quien sea finalmente, pueda batir en noviembre a McCain, que ya se perfila como el candidato republicano.

Los demócratas están ya preparando "munición" para torpedearlo durante la campaña electoral y han desempolvado algunas de sus últimas confesiones respecto, por ejemplo, a la economía. "Los asuntos económicos son algo que yo no entiendo tan bien como debiera", dijo McCain durante la campaña en Nuevo Hampshire. Son sus propias palabras las que piensan utilizar en su contra.

Igual pasará con sus posiciones respecto a la guerra de Irak, un asunto en el que los demócratas están decididos a demostrar que, votar a McCain será tanto como votar "un tercer mandato de George W. Bush".

De poco le va a servir a McCain haber criticado la estrategia del Pentágono -de su ex secretario Donald Rumsfeld, en particular- durante todo el primer tramo de la contienda. Para los demócratas, su visión de que la guerra debe continuar hasta la victoria es suficiente para desprestigiarlo.

Si a esto se le suman las reticencias que el previsible candidato republicano suscita en las filas más conservadoras de su propio partido por sus posiciones, por ejemplo, sobre la inmigración, el camino de McCain hacia la Casa Blanca no va a estr libre de espinas.

El senador por Arizona, que siempre se ha sentido un personaje "poco convencional", tendrá ocasión de demostrar que, una vez más, la victoria la alcanza el que no se rinde.

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