Estonia celebra sus veinte años de independencia

Estonia celebra este sábado 20 años de su independencia de la Unión Soviética, que la república báltica proclamó durante el golpe de Estado contra el último dirigente soviético, Mijaíl Gorbachov.

"En este día señalado no tenemos derecho a olvidar a las víctimas del régimen comunista, de los tiempos de la Perestroika en Tiflis, Bakú, Vilna y Riga", aseguró Ene Ergma, presidenta del Seima (Legislativo) estonio, según la agencia Baltic News Service (BNS).

En una intervención en la torre en la que dio inicio a las celebraciones de la independencia, Ergma recordó también a "aquellos que dieron su vida durante los acontecimientos de hace 20 años en las calles de Moscú", en alusión a la resistencia popular al golpe involucionista.

"Reconocemos el papel de (presidente ruso) Borís Yeltsin en el aplastamiento del Imperio del Mal y recordamos con especial agradecimiento a Islandia, el primer país que reconoció la independencia de nuestro Estado", dijo.

Entre otros actos, en el Parlamento se reunirá el club ''20 de agosto", del que forman parte los diputados del Parlamento que votaron en esa fecha a favor de la restauración de la independencia estonia.

A diferencia de las otras doce repúblicas soviéticas, cuyos territorios quedaron bajo la férula de Moscú durante la colonización de los siglos XVIII y XIX, y tras la I Guerra Mundial, las bálticas (Estonia, Letonia y Lituania) perdieron su soberanía durante la II Guerra mundial.

El Ejército Rojo ocupó los países bálticos casi medio siglo: primero en 1940 y luego, tras expulsar a los alemanes en 1944, instaló gobiernos comunistas títeres, que lanzaron una campaña de rusificación del territorio.

Este país abrió la senda de la independencia al resto de repúblicas soviéticas el 16 de noviembre de 1988 cuando el Soviet Supremo local adoptó una declaración sobre de soberanía en virtud de la cual sus leyes tendrían supremacía sobre las vigentes en la URSS.

No obstante, su independencia de facto no se hizo realidad hasta el 20 de agosto, al día siguiente de que una junta de altos cargos soviéticos diera una asonada en Moscú y apartara del poder a Gorbachov.

"El golpe fue algo muy bueno para nosotros. Nos hizo las cosas mas fáciles. Pasó lo mismo cuando declaramos la independencia en 1918 tras la revolución bolchevique. Se puede decir que en 1991 los dioses estuvieron otra vez de nuestra parte", aseguró Trivimi Velliste, ex primer ministro de Estonia.

Debido a la resistencia popular la conjura fracasó el 21 de agosto, los golpistas fueron detenidos y el resto de repúblicas soviéticas proclamaron su independencia, lo que precipitó el fin de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).

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