La Constitución egipcia pasa el examen

Los cristianos coptos egipcios mostraron un mayoritario apoyo a la nueva Constitución en el referéndum celebrado los pasados martes y miércoles, debido sobre todo a las libertades que, al menos sobre el papel, les concede, si bien algunos consideran que estos avances no son suficientes.

Los primeros resultados no oficiales difundidos indican una participación del 36 por ciento y la victoria del "Sí" a la Carta Magna con el 98 % de los votos.

"Muchos de los derechos que reclamábamos están recogidos en el nuevo texto, como el permiso para la construcción de iglesias, la libertad de credos, el hecho de que la discriminación por motivos religiosos sea un crimen o una apropiada representación en el Parlamento", dice a Efe el abogado y activista copto Naguib Gibrail, que confiesa haber votado "sí" en la consulta.

"Es una Constitución muy buena", afirma, por su lado, el obispo Marcos, titular de la diócesis cairota de Shubra, que añade a los derechos conseguidos en este nuevo texto el hecho de que "por primera vez los cristianos podrán ser testigos en juicios".

El activista miembro del grupo cristiano Jóvenes Maspero, Mina Tabet, que optó por el voto nulo, reconoce estos progresos, pero asegura "que no son suficientes", porque "el cristianismo sigue siendo una religión de segunda en Egipto", según dijo a Efe.

La comunidad copta solo representa un 10% de la población egipcia y la "sharía" o ley islámica, todavía constituye, en esta nueva Carta Magna, la principal fuente de legislación en Egipto.

"Eso va en contra de la Declaración Universal de los Derechos Humanos", defiende Gibrail, que reconoce también "no poder hacer nada, porque el cristianismo en Egipto es una minoría".

El director de la revista copta Watani, Yusef Sidhom, lanza un mensaje tranquilizador al respecto, y asegura que la nueva Constitución "no va a implicar que la 'sharía' rija las leyes del país, sino simplemente que estas no deben contradecirla".

También en la comunidad copta está presente la sensación de que este referéndum ha tenido tintes de plebiscito hacia el jefe del Ejército y ministro de Defensa, general Abdel Fatah Al Sisi, que el pasado sábado aseguró que se postulará como candidato a las próximas elecciones presidenciales "si el pueblo se lo pide".

Es aquí donde parece que la postura más o menos común de los coptos sobre la aprobación de la nueva Carta Magna se divide.

"Amamos a Al Sisi, y cualquier cosa que nos pida la debemos hacer, queremos que sea nuestro presidente", dijo a Efe Mona Abdu, una peluquera cristiana mientras esperaba su turno para votar en el colegio cairota Mártir Mohamed Mahmud Abdelaziz.

El obispo Marcos sostiene la misma opinión: "Personalmente, votaría a Al Sisi".

Ante este tipo de afirmaciones Sidhom explica que este fervor personalista es "algo más sentimental que racional, por lo que hizo el 30 de junio del año pasado", en referencia a las protestas que pidieron la destitución del presidente islamista Mohamed Mursi, derrocado por un golpe de Estado militar tres días después.

Esta opción, sin embargo, no sería la mejor para todos los cristianos, que preferirían un Gobierno realmente civil, como promete la Constitución, y no uno liderado por un exmilitar que pasaría a retiro expresamente para ser presidente.

"Egipto no necesita a un militar como líder, sino a un civil, experto en economía, que haga que vuelvan las inversiones y el turismo", defiende Gibrail.

Aunque no esté claro entre algunos cristianos, este fervor sentimental sí parece evidente en la mayoría de los egipcios, que con mucha probabilidad, votarían en masa a Al Sisi si finalmente se presentara como candidato presidencial.

Con una Constitución prácticamente refrendada y que, en general, satisface a la comunidad copta de Egipto y con los Hermanos Musulmanes marginados en el futuro político del país, el primer paso de la hoja de ruta propuesta por el Ejército tras la caída de Mursi ya está dado.

Los siguientes peldaños pasan por elecciones presidenciales y legislativas, que sentarán las bases de un nuevo Egipto que, sea quien sea quien lleve sus riendas, tendrá que demostrar si el texto aprobado, que habla de libertades y derechos no solo para los cristianos, se aplica en la realidad y sin "peros".

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