"Las casas de piedra soportaron el terremoto y las modernas, no"

El lucense que presta ayuda en Nepal insiste en la imperiosa necesidad de que se habiliten letrinas
Una niña herida en el terremoto de Nepal recibe asistencia médica, este viernes en un hospital de Katmandú
photo_camera Una niña herida en el terremoto de Nepal recibe asistencia médica, este viernes en un hospital de Katmandú

GRAN MAÑANA. Hemos ido con el camión hasta Newar, donde se ha hecho un reparto de comida. Ya tienen tiendas instaladas.

Hemos hecho otro reparto cerca de Pipoltar, en dos aldeas (Pipoltar está constituido por varias aldeas consecutivas). La belleza de este lugar permanece en otro plano diferente al drama humano.

No hemos tenido ningún problema con el reparto; al contrario: cada familia ha cogido su parte y muestras de alivio se ven en sus caras. Por cuánto tiempo, no lo sé. También hemos seguido insistiendo con las letrinas.

CONTRASTE. «La belleza de lugares como Pipoltar permanece en otro plano diferente al del drama humano»

Me costó marcharme de Pipoltar, y les he prometido que después subiría a cenar y a dormir. De regreso, tengo que parar en alguna aldea. «Kalo chía, chini na rakni kirpayá», digo («té negro sin azúcar, por favor). En Padeltolk, donde bebo el último té de la mañana, no se ha caído ninguna casa. Les pregunto cuándo se construyeron. Hacen aspavientos: «Antes, antes, antes del abuelo», responden a continuación. Lo mismo me contó algún anciano en el Bazar (pueblo). Las casas de piedra del viejo mundo Gorkha han soportado el terremoto y las modernas, no.

Bromas

Nos reímos con una broma que empezamos el jueves, cuando me preguntaron en Padeltolk si en Europa teníamos terremotos. Ladee la cabeza y después dije: «Sí, a veces, pero no como aquí; son terremotos chinos». «¿Cómo que chinos?», replicaron. «Sí, chinos, falsos; brrr brrr, y se acaban». Al rato se reían todos. Ahora cada vez que paso me preguntan por el «Bukampa China». China no, Bukampa nepalí, para guerreros Gorkha. Tenemos que reírnos con algo.

Anil, qué gran hombre, se ha ido a descansar. Después nos veremos para organizar la siguiente misión. Simon y sus amigos se han vuelto con el camión a Katmandú, qué pandilla de buena gente. Dicen que si hace falta volverán. Me ha dado el contacto de Mountain Child, que vienen desde Katmandú con voluntarios y pueden estar a punto de llegar. Preparan treks a las zonas más lejanas, en la frontera con Tibet.

CIVISMO. «Hemos hecho un reparto de comida sin un solo problema; cada familia ha cogido su parte»

Prakashi, otro gran hombre del que no os he hablado, generoso y volcado con su gente, acaba de recibir un camión con mercancías -se lo ha financiado el solo-. Se iban a repartir durante la jornada en Gurum Tal, Nadesor y Mainipani. Estamos peinando esta zona.

Bajaré ahora hasta Gorkha Bazar para acercarme a Western Union y después reunirme de nuevo con Anil para pasar a la acción siguiente, más pedidos, más aldeas.

Cinco mensajes con el Cómite de Emergencia por la mañana han terminado por hartarme de ellos. No hay forma de coordinarse con nadie; no quieren decir lo que hacen ni lo que hacen otros, solo quieren dinero en efectivo. Es la única respuesta que recibo de ellos. Lamento haber enviado a los bomberos polacos.

Sigo preocupado con las aldeas a las que no podemos acceder. Hablo con la gente de Pipoltar para organizar expediciones, pero está todo el mundo destrozado. Tal vez ahora que hay comida se puedan recuperar fuerzas para ir tapando más heridas.

Contundencia

CRÍTICAS. «No hay forma de coordinarse con el Comité de Emergencia; no dicen lo que hacen y solo piden dinero en efectivo»

Hablé con Simon sobre el problema al que nos enfrentamos, la falta de coordinación, la falta de información. Responde con contundencia: «No podemos pensar en coordinar ni en evaluar nada; tenemos que llevar comida donde sabemos que no hay».

Mientras, las grandes organizaciones y el Gobierno nepalí siguen haciendo crucigramas.

En la noche del jueves solo hubo dos temblores; después, el de siempre, un poco antes del amanecer, sobre las cinco de la madrugada, el que nos ayuda a empezar el día sin demora.