23F: la distinción de la marca

hay varias formas de defender la distinción de una marca: la colectiva, la personal o la que prueba la superación del 23-F. Se supera dando normalidad a la fecha sin buscar en cada aniversario la rentabilidad política dado que todos ganamos, sobre todo la democracia. Pero la ausencia del Gobierno en la gran foto de la marca España nos devuelve la esperanza sobre la mejora de nuestra imagen exterior. Esa ausencia demuestra a las claras que las 17 grandes empresas españolas no consideran necesaria la presencia oficial para mejorar en el reto de la competitividad de nuestro país en el mundo global. Del mismo modo, tampoco estaban partidos políticos, CEOE o sindicatos, lo cual refuerza aún más que la economía es pura confianza y determinación, y no el resultado del hecho ideológico, como cierta memoria. Ver juntos y no revueltos a los mandamases de Telefónica, Santander, BBVA, Inditex, ACS, El Corte Inglés, Planeta o Mercadona da cierta tranquilidad de espíritu en eso de la recuperación y la fe en el futuro. Es una forma colectiva de preservar la distinción de una marca, la prolongación real de aquella iniciativa empresarial enviada al Rey para que Zapatero se pusiera las pilas. Es la superación de aniversarios que se recrean en el pasado tendencioso para moldear un futuro político a la carta. Así que ahí estaban Alierta, Botín, Francisco González, Isidoro Álvarez, Pablo Isla, Lara o Florentino Pérez desmintiendo que estemos ante «un tirón de orejas» al Gobierno por su inoperancia. Pero toda la prensa presente y especializada pensó que los magnates españoles (TOP 17) tratan de blindarse ante el desprestigio evidente de la marca España, igual que algunos barones socialistas como Vara o Barreda se descontaminan de ZP. Da la sensación de que este poderoso lobby empresarial o grupo de presión del dinero quiere separar las condiciones de fortaleza de la economía española de lo que es la pobre gestión de la misma. Sin duda, esta atrevida apuesta de futuro y fiabilidad tropezó en el universo de la actualidad con la noticia humana del cáncer de mama de Esperanza Aguirre. Y en ese sentido, ahí encontramos la forma más personal de una marca propia. Aguirre anunció con enorme entereza su doloroso momento. Y contuvo con una sonrisa en la boca las lágrimas que seguro ha llorado a solas. La fortaleza pública de la presidenta madrileña puso de acuerdo hasta a sus rivales. Y en trances así es cuando nos damos cuenta de que los políticos no son dioses del Olimpo que escapen a las leyes naturales de la salud y la enfermedad. Esperanza Aguirre volvió a demostrar su bien ganada fama de dama de hierro, pero con un toque de ternura y emoción, con un mensaje de prevención del cáncer desde su deber de servidora pública. Ahí es donde un político, donde una persona se gana la credibilidad ante los demás. Ahí es donde termina el blindaje del poder y comienza la fiabilidad de la persona. Y en eso, Esperanza Aguirre volvió a dar otra lección de dominio de la imagen, privacidad y publicidad del personaje público. Por tanto, también Aguirre tiene su marca, como España y como algunos contados políticos. Es, como digo, la distinción de la marca.

Comentarios