Adiós a la sardina en las aguas del Umia

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CALDAS. La suya era una muerte anunciada -ningún año se libra y su final siempre es el más triste-, pero no por ello el Enterro da Sardiña estuvo menos concurrido en la tarde-noche de ayer en Caldas de Reis. Y eso que la edad de la finada ya era la suficiente para que el funeral no resultase multitudinario porque, según se había puesto de manifiesto en la esquela, «xa debía andar ben neles, que lembro cando casaron os pais».

Sin embargo, hasta la casa mortuoria, en la Taberna do Muíño, se desplazaron numerosos caldenses y visitantes, parientes, allegados y amigos de la sardina, entre ellos varias viudas y viudos y algunas plañideras que velaron y lloraron la muerte del pez de avanzada edad en el miércoles de ceniza. Las charangas acompañaron a la comitiva fúnebre desde el paseo Román López hasta As Palmeiras, donde se celebró el funeral y la letanía. La conducción del cadáver fue de lo más ajetreada. La fallecida sardina, que se murió de forma natural, como cada año y sin que se logre determinar la causa exacta, sufrió varios zarandeos al compás de la música que, por momentos, dejaba de ser luctuosa para dar paso a los acordes más carnavalescos. Los asistentes bailaron al son de las charangas y hasta, aun después de su renuncia, el ‘Papa’ acudió al funeral, en el que se presume que será uno de sus últimos actos públicos. De nuevo, no faltó la sátira política para despedir el Entroido. Es más, no quedó títere con cabeza y hubo críticas jocosas para los de derechas, los de izquierdas, los nacionalistas y los independentistas.

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