Ayuntamientos gallegos: avances urgentes

Si en algo destaca negativamente Galicia es en su mundo local. Los bajos ingresos de sus ayuntamientos y la extrema dispersión poblacional son causa inmediata de buena parte de los males que los aquejan: baja calidad de los servicios públicos, escaso capital humano, o la dificultad para la cooperación, dependencia clientelar de otros niveles de administración. Es verdad que no todos pueden ser metidos en el mismo saco. Pero por debajo de los 50.000 habitantes, son excepción los que cuentan con presupuestos y políticas equiparables a los de sus homólogos en el resto de España.

La crisis económica y la consecuente caída de ingresos tributarios, fuertemente dependientes del suelo y la construcción en el caso de los concellos, no ha hecho sino empeorar ese problema de insuficiencia financiera. Y el contexto no va a mejorar significativamente en 2011 ni, probablemente, 2012.

A expensas de las mejoras financieras en el frente de la financiación estatal, urge sentarse a hablar de soluciones a escala gallega: recentralización de servicios prestados hoy por los ayuntamientos, pero de competencia autonómica; fusión de los municipios más pequeños y endebles; cooperación intermunicipal para el ahorro y la compartición de costes; planeamiento urbanístico; mejora de las estadísticas a escala local y compartición de experiencias exitosas en la gestión municipal…

La verdad es que algo de esto se está haciendo en los últimos tiempos: el llamado pacto local, o los círculos de comparación municipal patrocinados por la Consellería de Presidencia y en los que colaboran un buen número municipios, la Diputació de Barcelona y la Universidade de Vigo. Tanto Méndez Romeu como Rueda son personas que vienen del mundo local, sensibles y buenos conocedores de sus problemas. Además, en Galicia contamos con una organización muy importante y valiosa como es la FEGAMP, casi una excepción en España. Y esfuerzos provinciales en la buena dirección: los más consolidados en la Diputación de A Coruña.

Aprovechemos la (mala) coyuntura para forzar cambios y acuerdos tan necesarios como difíciles de alcanzar en tiempo ordinarios. Ojalá que esta fuera la legislatura del diálogo y el acuerdo global entre el poder autonómico y el local sobre los problemas del municipalismo gallego.

Comentarios