Beber aceite, comer pasta de dientes o césped y chupar baterías de litio o monedas, falsos trucos que no funcionan para evitar el positivo

Las pruebas de alcoholemia parecen ser cada año motivo de preocupación y un auténtico quebradero de cabeza para miles de conductores, que recurren a todo tipo de fórmulas y trucos para superar el temido control. En Galicia, los conductores prefieren esperar dos horas antes de coger el coche, aunque creen que no siempre da resultado.

A pesar de que el alcohol es una de las principales causas de mortalidad en accidentes de tráfico, numerosas personas centran su ingenio en buscar nuevas fórmulas para sortear el control.

Con el objetivo de averiguar qué opinión y grado de conocimiento tienen los conductores sobre los controles de alcoholemia y desmitificar la existencia de trucos para engañar al alcoholímetro, la aseguradora Línea Directa ha elaborado, en colaboración con FESVIAL (Fundación Española para la Seguridad Vial), el estudio Mitos y falsas creencias sobre los controles de alcoholemia.

Para elaborar el estudio, se han realizado 1.260 entrevistas a conductores de toda la geografía española y una prueba empírica sobre el impacto ficticio que estos mitos tienen en el organismo.

Según se desprende del trabajo de campo y posterior análisis, cerca de ocho millones de conductores españoles (un 30% del total) "creen en la existencia de trucos para burlar los controles de alcoholemia".

Entre los conductores gallegos, recoge el informe, "el mito más extendido es el de esperar dos horas antes de ponerse al volante", mientras que a nivel nacional esta práctica se sitúa en el segundo lugar, por detrás chupar granos de café, por ejemplo.

Otras falsas creencias que circulan entre los conductores para intentar eludir el positivo son "beber aceite, tomar pasta de dientes, comer césped, chupar baterías de litio o monedas de cobre, vomitar y soplar despacio por el alcoholímetro".

De los entrevistados, casi la mitad ha admitido conocer algunos de estos trucos. De hecho, el 44 por ciento de conductores dice que ha oído hablar de su existencia, en primer lugar, "de boca de amigos" y también "en el trabajo". Además, 2,6 millones de conductores (un 10%) reconoce haber utilizado alguno de estos métodos para no dar positivo y 2,5 millones de conductores españoles ha aprobado su utilización para burlar la prueba de alcoholemia (9%).

En cuanto al perfil, el estudio afirma que son los hombres los más propensos a aceptar estas creencias populares.

Por comunidades autónomas, los conductores vascos son los que más han admitido conocer la existencia de estos mitos, y los que menos, los de La Rioja, Asturias y Cantabria. En cuanto a su efectividad, los madrileños parecen ser los que creen más efectivas estas prácticas y los gallegos y vascos, los más escépticos.

La compañía ha testado su efectividad real probándolos en un hombre de 75 kilos y en una mujer de 69 kilos, a los que se les ha dado cerveza, vino y combinados (ginebra o vodka con refresco) hasta alcanzar la tasa máxima permitida (0,25 mg/l de aire espirado). "Ninguno de los trucos" que se han testado en los conductores, dice el estudio, "resultó funcionar, lo que debe contribuir a desterrar definitivamente la validez de estas creencias".

En Galicia, el 46% de los conductores desconoce cuál es la tasa máxima permitida, porcentaje que asciende hasta el 95% en el caso de los que no saben el límite del delito, un punto por encima de la media general.

Los hombres y los menores de 30 años son los que están más al tanto de ambas tasas.

Con este estudio, el director de Gobierno Corporativo de Línea Directa, Francisco Valencia, explica que han querido "desmitificar esas creencias populares que llevan a muchos conductores a desarrollar comportamientos peligrosos al volante".

Según los datos, el 16% de los españoles pone en duda su efectividad y el 66% cree, en mayor o menor grado, que tienen un fin recaudatorio. Además, un 47% de los conductores piensa que se realizan demasiados test.

En el caso de Galicia, el 61% de los conductores cree que los controles de alcoholemia son una medida recaudatoria y el 49% piensa que se llevan a cabo muchos.

Los encuestados de entre 30 y 39 años -curiosamente, los que mayor índice de mortalidad presentan en accidentes de tráfico causados por el alcohol- son los que se muestran más de acuerdo con la supuesta finalidad económica de los controles.

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