Besteiro, el clon gallego de Sánchez

En la víspera del inicio de la cumbre de Rajoy y Merkel, el líder del PSdeG escenificó en el centro de Santiago su apuesta a una carta, la de que la nueva imagen del PSOE le impulse.

El viaje de Pedro Sánchez a Santiago en la víspera del encuentro entre Merkel y Rajoy tenía el riesgo de convertirse en una maniobra más propia de un partido minoritario que de la primera fuerza de la oposición en España y teórica alternativa de gobierno. Fue una iniciativa tomada en la sede central socialista a la que la todavía débil dirección gallega no supo o no pudo darle empaque, mediante la organización de un acto con cargos públicos y militantes.

En el programa no había nada más que una rueda de prensa en la sede de la rúa do Pino y una reunión con el sindicato socialista Unións Agrarias, además de un recorrido previo por el casco histórico, con salida desde el hotel de San Francisco, donde se va a instalar hoy el centro de prensa de la cumbre hispano alemana, lo que reforzaba ese evidente aire de en tu fiesta me colé.

El panorama poco alentador se completaba con la presencia en la comitiva de Sánchez del concejal Bernardino Rama, El Padrino de la trama compostelana de la operación Pokémon. No hubo nadie que se atreviese a sugerirle que era conveniente que se fuese a la playa el día que visitaba Santiago el líder que ha prometido tolerancia cero con la corrupción y, también, reducir los aforamientos a la mínima expresión, lo que no le impide, sin embargo, mostrarse solidario con José Antonio Griñán, el protagonista de la escandalosa fuga de la presidencia de la Junta de Andalucía al Senado para estar aforado en el Tribunal Supremo, fuera del radio de acción de la jueza Alaya.

Pese a estos presagios Sánchez y el PSdeG no salieron mal parados del trance. La visita del líder sirvió para escenificar su sintonía con Besteiro. Más allá de que ambos fueron elegidos en unas primarias experimentales, tienen estilos tan parecidos, basados en la buena imagen física y la cercanía en el trato, que hasta hubo una señora que les preguntó por la calle si eran parientes.

Como ocurre con el presidente de la Diputación de Lugo, Sánchez mostró en su garbeo compostelano que tiene cualidades para construir un liderazgo. De si lo consigue dependerá no sólo su suerte, sino también la de Besteiro. Consciente de que al PSdeG nunca le ha ido bien cuando le va mal al PSOE, el lucense anhelaba un cambio en la calle Ferraz.
Ahora Sánchez se ha convertido en su apuesta a una carta para impulsarse en Galicia, aunque el retraso en el relevo haya provocado que todo sea más complicado, tras la irrupción de Podemos.

En la rueda de prensa Sánchez mostró que tiene una característica adicional a las de su clon gallego. Como doctor en Económicas, se desenvuelve con solvencia hablando de esta materia, que ahora resulta más esencial que nunca. Con esa habilidad y su imagen fresca salvó su arriesgada visita , que constituyó su presentación en Galicia como líder del PSOE.
Las propuestas eran razonables, dentro de lo que puede sugerir el PSOE sin poner en cuestión el marco del euro y bajo la premisa de que debe haber un giro en el Banco Central Europeo, que no puede ocuparse sólo de controlar la inflación.

Algunos dirigentes socialistas gallegos hablaban del decálogo de Sánchez como si fuese una brillante genialidad. Quizá lleven demasiado tiempo viendo como el mensaje económico del PSdeG lo suele trasladar Carmen Gallego Calvar, una representante del sector marisquero aupada primero a conselleira de Pesca por descarte y que fue después un puntal del disparatado pachismo, hasta convertirse en portavoz de economía para escándalo de los profesionales de prestigio que antaño definían la línea socialista en este ámbito. Ahí se refleja el vacío que aqueja al PSdeG y que Besteiro espera llenar con el hipotético efecto Sánchez.

Agustín Hernández, el anfitrión que se puso en evidencia
La visita de Merkel puso de manifiesto la inexperiencia política del nuevo alcalde de Santiago, Agustín Hernández, y su habilidad para meterse en líos. Criticó el estado del camino en la capital gallega y se felicitó porque no haya protestas. La primera parte remitió a las responsabilidades de la Xunta, en la que estaba él, y es impropia de un anfitrión. La segunda parte alentó a los manifestantes.

La reforma electoral local, un juego de riesgo para el PP

Con la legislación vigente ya es posible obtener la mayoría absoluta con menos del 40% de los votos, aunque no sea lo habitual. Sucedió en 1987 en Santiago, cuando el socialista Xerardo Estévez se hizo con 13 de los 25 concejales con el 39,3% de los votos válidos, un cómputo que en España, a diferencia de lo usual en otros países, incluye los sufragios en blanco.

El de Compostela de hace 27 años fue un caso muy excepcional, fruto del enorme caudal de papeletas que quedó sin representación. El voto en blanco entonces era bajo, de un 1%, frente al 2% o más que acostumbra a haber ahora. Pero el 21% de los sufragios se dirigió a partidos que no entraron en la corporación, como el PS-EG de Nogueira, el BNG, Esquerda Unida, la alianza en la que estaba Coalición Galega y varios más.

Sólo hubo tres partidos que rebasaron la barrera del 5%, PSOE, AP y CDS. Sumaban el 78% de los votos, con el que se repartieron los 25 escaños de la corporación, con grandes réditos para los dos primeros, que tuvieron respectivamente un premio de 13 y 9 puntos, la diferencia entre sus porcentajes de votos recibidos y de concejales obtenidos.

Un caso algo similar, aunque mucho menos acentuado, se dio en las municipales del 2011 en las tres ciudades de la provincia de A Coruña, en las que el PP se hizo con las mayorías absolutas con menos del 44% de los sufragios. En Santiago, con el ahora condenado delincuente fiscal Conde Roa de candidato, a los populares les bastó con tener el 43,3%, gracias a que el 12% de los votos quedó sin representación.

Simultáneamente en Lugo los populares de Barreiro y Castiñeiras se tiraban de los pelos porque con un porcentaje un poco más alto que en las urbes coruñesas, del 44,2%, se quedaron a las puertas de la mayoría absoluta, lo que fue producto del azar electoral y, sobre todo, de que el caudal de votos sin representación fue más bajo, de un 8%.

Estos ejemplos muestran que con el sistema vigente hay un premio para la lista más votada, que se agranda en contextos de elevada fragmentación, como el actual, que abarata las mayorías absolutas. Así que, a priori no es mucha la ganancia que los populares obtendrían si establecen una mayoría absoluta automática para los casos en los que un partido supere el 40%, con cinco puntos de ventaja. Sí sería más grande si crean una segunda vuelta, cuya introducción en el sistema proporcional español resulta más problemática.

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