‘Bongoaba Loa-Loa’

En 1970 la editorial Bruguera inició la publicación de 272 grandes novelas de aventuras en formato comic. A ellas debo, en gran parte, mi pasión por la lectura. Veamos el argumento típico de una de las que se dieron en llamar ‘Joyas Literarias Juveniles’: navío del siglo XVIII que naufraga, marinero que nada a una isla desierta y caníbales que intentan cepillárselo. Los caníbales, ataviados con taparrabos, adornados con mondos huesos de animales y con sus lanzas en ristre gritan, mientras capturan al náufrago  “¡Bongoaba Loa-Loa!” Intuyo que el guionista buscó una suerte de sonoridad trópica en ese alarido coral sin tener puta idea de lo que estaba escribiendo. Al “Bongoaba Loa-Loa” seguía un diminuto asterisco que remitía a la traducción a pie de página, simple imaginación de quien hacía hablar a los protagonistas: “Bongoaba Loa-Loa” quería decir “Muerte al extranjero” (En realidad, lo mismo hubiera podido traducirse por “vamos a merendarnos al gilipollas éste”). Al hilo de las elecciones europeas recordé el “Bongoaba Loa-Loa”, el “Muerte al extranjero”. Fue allanar ‘Podemos’ la morada bipartidista como ocupa extraño e incómodo y comenzar los partidos mayoritarios (y sus corifeos) a gritarle al Iglesias “¡Muerte al extranjero”! Y a gritárselo como si, sentados en el cagadero del  piso de Narón, una serpiente les hubiese hincado los dientes en el culo. Incluso Arriola (en los partidos no puede faltar el burócrata dándolo todo en la previsión electoral equivocada) se apresuró a tildar de friki al Iglesias. Y verán. Yo creo que el gurú Arriola debería aplicarse a la autocrítica en vez de enchufar el ventilador, porque los resultados de los suyos son, en parte, su responsabilidad. Tengo claro que lo que el  “Bongoaba Loa-Loa”, lo que el “Muerte al extranjero” dirigido a ‘Podemos’ revela es, claramente, canguelo. Porque Pablo representa, para los partidos de la casta -tomo prestada su definición- la presa apetecida, alguien a quien aniquilar porque amenaza los cimientos de un establishment político camastrón y sorprendido, un establishment que, alienado de la ciudadanía, ve con perplejidad cómo le roba la cartera un advenedizo de coleta, hábil en el manejo de las redes sociales y que cuenta, pedagógicamente, cuatro verdades como puños que se entienden fácil, mayormente en las colas del INEM. Mejor harían los partidos tradicionales en hacer diagnóstico de errores y corrección de ellos para conectarse nuevamente con la sociedad. Para fidelizarla. Y dejarse de hacer cábalas por los trozos de tarta que le va a comer ‘Podemos’. Parapetarse los grandes partidos tras la descalificación denota pánico extremo a que la gente, que de imbécil no tiene un pelo, les vuelva la espalda. A mí no me seduce Pablo Iglesias. Pero eso es una cosa y otra  tildar de friquismo lo que es simple participación democrática, o de chavismo bolivariano a la mera libertad ideológica. Incluso reputar de subversión el derecho de acceso a los cargos públicos. O sea que, Arriola, a abrir las ventanas y a sacudir las alfombras. Quiero decir a estructurarse democráticamente y a abrir listas, a regenerarse y a mirar más hacia los problemas de la ciudadanía. ¡Ah! Y menos puestos en consejos de administración, golosamente retribuidos, tras la cesantía ministerial. Porque con el “Bongoaba Loa-Loa”, con el “Muerte al extranjero”al Pablo Iglesias por toda autocrítica, a lo mejor estáis comenzando a convertirlo en el próximo presidente del gobierno. Así sea apoyado en una izquierda fragmentada y atomizada pero unida en una única causa común: evitar la alternancia bipartidista. Advertidos estáis. 

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