Bueu es uno de esos municipios (no demasiados) en los que se pregunte a quien se pregunte, salvo a los más fieles seguidores de alguno de sus oponentes, todo el mundo coincide en que el actual alcalde, Félix Juncal, no tendrá ningún tipo de problema para repetir en el cargo. Incluso, a pesar del enorme respaldo logrado hace cuatro años, en casi todas las quinielas se habla de un posible incremento de su apoyo.
Esa es la teoría. La realidad la veremos el día 24 por la noche, aunque o mucho cambias las cosas de forma repentina o este análisis tiene todos los visos de convertirse en el resultado final de las elecciones, cambiando por completo el escenario político buenense con respecto al que teníamos hace solo doce años. En este tiempo, de una mayoría absoluta del PP se ha pasado a otra, en este caso aplastante, del BNG.
No es un tema menor destacar que los nacionalistas lograron en Bueu el mejor resultado de su partido en la provincia en las municipales de 2011, con el 65 por ciento de los votos, por delante de Tomiño (48), Poio (43), Salceda (41) o Pontevedra (28). Asimismo, fue el tercer municipio en respaldo al BNG de toda Galicia, solo por detrás de Vilar de Santos (86 por ciento) y A Bola (73), ambos en Ourense, y por delante del histórico feudo nacionalista, Allariz, donde se quedaba en el 61 por ciento.
Las teorías para explicar la situación pueden ser varias, pero tres de ellas podrían ser las que mayor consenso susciten: la ausencia total de liderazgo en el PP, con siete cabezas visibles desde 1999; el error de promover una moción de censura en el año 2004 apoyándose en dos ediles independientes que anteriormente habían aupado al BNG a la Alcaldía y participado en su equipo de Gobierno durante un año y la personalidad y habilidad política demostrada por Félix Juncal al frente de los nacionalistas.
De la primera, cabría recordar que tras la marcha de Manuel Freire Lino (el alcalde buenense entre 1983 y 1995) el PP fue a menos, salvo en 1999, cuando Tomás Barreiro logró una mayoría absoluta. En esta situación, probablemente, no influyó tanto la elección de sus carteles electorales o líderes locales, sino por la forma en que se eligieron y, en especial, por no haber contado con las bases en la mayoría de las ocasiones.
Nadie entendió que Tomás Barreiro, después de una mayoría absoluta, se negase a repetir como candidato en 2003. Posteriormente, descabalgar a Juncal de la Alcaldía en 2004, a pesar de la posición en contra de la militancia local, cuando, además, el propio candidato popular, Santiago Barros, ya había dejado su acta de concejal, acabó por minar la credibilidad del partido, a pesar de los esfuerzos de Elena Estévez, que asumió la responsabilidad de liderar el Gobierno local, realizó durante tres años con una minoría agonizante. Le sucedieron José Barreiro y José Manuel Rosas y, tras la marcha de ambos, actualmente comanda el grupo municipal, reducido a cuatro ediles, Manuel Santos Pires.
La llegada de Berta Pérez como alcaldable (hasta ahora teniente de alcalde en Cangas, aunque vecina de Bueu), no ha cambiando la difícil papeleta que tiene por delante el PP buenense, ya que enfrente tiene a un alcalde consolidado, que cuenta con doce de los 17 concejales de la Corporación y una popularidad elevada. Félix Juncal, además, manejó los tiempos a la perfección y anunció su candidatura hace varios meses, dejando al PP y al PSOE en una posición de enorme debilidad.
Los socialistas no pasan tampoco por su mejor momento, ya que la elección del candidato se produjo a escasas semanas de las elecciones y optando finalmente por un hombre de la casa, José Manuel Vilas, con experiencia en el partido y en la Corporación pero con poco tiempo para trabajar.
A los tres partidos tradicionales se sumó finalmente, casi el último día de plazo, Asemblea Cidadá Bueu, que encabeza Julio Villanueva, un exconcejal del BNG, al que sigue Laura Ogando, actual edil no adscrita tras abandonar el frente nacionalista. Nadie sabe hasta dónde llegará su capacidad de arrastrar apoyos que antes eran de Juncal, que también tendrá que luchar contra el riesgo de que la gente crea que está todo hecho y provoque una bajada en la participación el día 24.
