Catoira abre el camino de Yessica, que padece una enfermedad degenerativa

Henry Martínez se desplazó en más de una ocasión hasta un bar de Catoira, llamado O Galeón, para recoger los tapones de plástico que Fernando Rial, su propietario, se encarga de guardar, contando en esta tarea con la eficaz ayuda de su esposa y su hija. En una de esas oportunidades, se fijó en una estructura metálica, similar a un perchero, que le recordó a un andador que había visto en Internet. Y así echó a rodar la idea.

Henry le expuso la idea a Fernando, y éste se puso en contacto con Daniel, un vecino tan solidario como él, experto en el manejo del soldador y muy tímido, que se embarcó en el ambicioso reto de conseguir retrasar al máximo las consecuencias de la enfermedad degenerativa que sufre la hija de Henry, Yessica Martínez.

«Tengo diecisiete años. Desde hace once, aproximadamente, padezco una enfermedad rara que ahora me impide caminar. Hasta los seis era una niña totalmente normal, pero empecé a meter los pies hacia dentro», explica en su página web http://www.elmundoconyesi.es/

Le dijeron que podría arreglárselas con unas plantillas, pero después de diez años en los que acudió a los mejores especialistas en neurología de España, los resultados fueron negativos. «Desde noviembre de 2011 estoy, lamentablemente, en una silla de ruedas», comenta.

Nada. Yessica expone que le hicieron todo tipo de pruebas, desde ponerle aparatos eléctricos en los tobillos que le produjeron descargas eléctricas, para que sacase los pies hacia afuera, hasta la acupuntura, pasando por tratamientos recomendados desde Venezuela, «que han dado como resultado la nada: no tengo un diagnóstico específico para lo que padezco», concluye la joven.

El cabo al que se aferra es haber sido admitida en un programa de investigación que está realizando un hospital de Maryland (Estados Unidos), adonde pudo viajar con el dinero conseguido en un programa de televisión.

En este centro ingresó el 4 de noviembre de 2013 y le hicieron numerosas pruebas. El último día de su estancia supo que se había producido un descubrimiento que podría facilitar información sobre la enfermedad que sufre.

Yessica deposita toda su ilusión en la certeza de que siguen investigando, y no descarta realizar un nuevo viaje a Maryland. «Mientras tanto, mis padres tienen que seguir con la recogida de tapones, que es lo que nos ayuda para hacer frente a nuestras necesidades», entre las que figura el pago de una cuidadora y las sesiones de logopedia y fisioterapia.

Vive en Redondela y su padre trabaja en el Concello de Mos. Durante la mañana es conserje y dedica las tardes a su hija, porque su esposa, y madre de Yessica, Sesé Romero, tiene jornada partida.

Todo el dinero que ganan es poco para hacer frente a los gastos, porque además del pago de los cuidados también tuvieron que hacer obras en su vivienda para adaptarla a las necesidades de Yessica.

Desde que comenzó a juntar tapones, Henry calcula que habrá transportado alrededor de 50 toneladas, para lo que tuvo que ir de punta a punta de la provincia de Pontevedra, atendiendo las llamadas de personas que hasta hace unos meses eran unas desconocidas, como Fernando Rial y su familia, pero que dejaron de serlo cuando decidieron ayudarles.

Los tapones acaban en una empresa de O Porriño dedicada al reciclaje, desde donde son enviados hasta una planta procesadora situada en Córdoba. Esta actividad le reportó unos 10.000 euros, pero para calcular la ganancia efectiva es necesario restar el gasto en combustible que consumió su furgoneta recorriendo miles de kilómetros.

Yessica también fue llamada a varios centros escolares, donde además de exponer su caso también hizo una llamada a la necesidad de reciclar. «Es una actitud ante la vida, y a ella le encanta», asegura su padre.

El sábado 7, Yessica estuvo en Catoira probando el andador. No fue su mejor día, se encontraba débil. Henry, Daniel y Fernando comprobaron que será necesario realizar algunas reformas para que le sea útil. Cuando esté listo, podrá desplazarse por el interior de su vivienda y ganar en autonomía mientras espera noticias desde Maryland.

«Me dicen cosas que ya sé. Dicen que tengo un síndrome extrapiramidal, un problema en el sistema locomotor, lo cual es evidente porque día a día pierdo movilidad. Sin embargo, no pierdo la sonrisa, y eso hace que no decaigamos, que sigamos adelante», explica en su página web.

«A los siete años era una niña que corría y saltaba como las demás. Ahora el problema avanza y necesito que haga ejercicio y pueda valerse sin nadie a su alrededor. El andador es una maravilla», dice Henry. Preguntado sobre la respuesta de las instituciones públicas a sus demandas, responde con una frase concluyente: «Tienes que buscarte la vida».

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