Chiripitifláutico

En el Pleno del pasado jueves el plato fuerte fueron los presupuestos que el Gobierno presentaba para 2014. Ya me dirá usted si ése es un asunto para llevar a un debate, como si no hubiera temas importantes que tratar. El PP proponía 55 enmiendas, que el Gobierno rechazó porque según Raimundo González eran chiripitifláuticas. Los concejales del PP pusieron cara de no estar de acuerdo en absoluto, pero eso carecía de toda importancia y los presupuestos se aprobaron sin enmiendas. 
Yo me había presentado en el Teatro Principal el lunes pensando que el Pleno era ese día, como siempre, pero alguien decidió cambiar la fecha y no me enteré. Así que llegué allí y en vez de una sesión plenaria lo que había era un montón de alumnos de las Doroteas vestidos de pastorcillos y cantando panxoliñas con Miguel Anxo Lores. Entre todos ellos había uno haciendo pucheritos, así que, siempre atento a la actualidad me dirigí a él y le pregunté qué le pasaba. El niño me lo explicó: “Me llamo Manolín García y estoy indignado” –dijo-. “En mis casi cinco años de vida no había visto cosa igual. Venimos aquí a cantarle panxoliñas al alcalde y va él y se pone a cantarnos a nosotros. No hay derecho. No estuvimos ensayando durante semanas con las profes, y nuestros padres currándose los trajes de pastorcillos para llegar a esto. Lores, además” –continuó el pastorcillo-, “tiene una voz carrasposa, obviamente inadecuada para el villancico. Supongo que eso se debe a que, a juzgar por su pelo ensortijado y el tono oscuro de su tez, es subsahariano. No vislumbre usted en mis palabras ni el menor atisbo de racismo, no es eso, pues nada tengo contra las razas inferiores, pero estará de acuerdo conmigo en que su tono de voz puede ser más apto para cantar blues en el Mississippi que para dedicar villancicos al niño Jesús. Escuche, escuche”. 
Presté atención y efectivamente el alcalde destrozaba una panxoliña cuyo estribillo decía así: “Tuqui, tuqui, tuquituqui. Tuqui, tuqui, tuquitú. Apúrate mi burrito que ya vamos a llegar. Tuqui, tuqui, tuquituqui. Tuqui tuqui, tuquitú, apúrate mi burrito vamos a ver a Jesús”. “
¿Lo ve usted, señor gordo?” –continuó Manolín dirigiéndose a mí, pues no había a la vista ningún otro escritor sobrevalorado con cuarenta kilos de más-. “Al menos el presidente de la Diputación tuvo la deferencia de no recibirnos” –dijo el pastorcillo-. “Louzán nos dejó plantados. Pues lo prefiero. Al principio me molestó, pero a la vista de lo que está ocurriendo ya podía habernos plantado también éste. Para empezar, Lores no debe ser cristiano. Seguro que es animista, comunista, musulmán, nacionalista o algo peor, y no piense usted que yo discrimino a nadie por pertenecer a alguna religión diferente a la verdadera, pero su interpretación de ‘El burrito sabanero’ es simplemente tan chiripitifláutica como una enmienda del PP. El niño Jesús merece un respeto, pues murió para liberarnos a todos del pecado original. También a Lores, y mire usted cómo se lo agradece. Que no cuente con mi voto. Y ahora me va a perdonar usted, pero acabo de hacerme pipí en los pantalones, sin duda a causa de los nervios, la tensión acumulada y el disgusto, así que voy a empezar a llorar y a llamar a gritos a mi mamá, que está entre el público. Luego voy a renegar de todo lo antedicho y aceptaré las golosinas con las que Lores quiere comprar nuestras voluntades. ¿Qué quiere usted que haga? Soy un niño”. 
Dejé allí al alcalde y a los pastorcillos. Volviendo al jueves, presentamos la novela de Ángel Peláez, ‘Gran casting en La Habana’, una obra divertidísima con personajes chiripitifláuticos. Improvisé un discurso grandioso, entre otras cosas porque estaba delante Pilar Rojo y el poder me inspira. Pero luego de mí habló Ernesto Muntaner, el ilustrador de la novela, y va el tío y se larga la mejor intervención que he escuchado en años. Mi discurso, hasta entonces lo mejor del evento, se quedó por comparación en una cháchara inconsistente y chiripitifláutica. Se me lee usted tres libros durante las vacaciones: ‘Elefantes y hormigas’ de nuestro compañero Fernando Salgado, la novela de Peláez y la de Susana Fortes. Tenga usted unas fiestas chiripitifláuticas.

Comentarios