Condenan al cura de Tomiño por abusar de una feligresa con la excusa de que "Dios quiere que estés bien"

El párroco manoseó a una devota en la sacristía y le pidió que le besara

La Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Pontevedra acaba de dictar una sentencia que condena a un párroco que ejercía su labor en la iglesia de San Martín y San Campio de Figueiró, en Tomiño, al considerarle autor de un delito de abusos sexuales cometidos sobre una feligresa el 15 de agosto de 2014.

Los hechos, que fueron juzgados en primera instancia en el Penal 1 de A Parda, se produjeron sobre las 12 del mediodía "en el interior de la sacristía", según revela la sentencia, que explica que el acusado, "con ánimo de satisfacer sus deseos sexuales, abrazó a la víctima, le introdujo las manos por debajo de la ropa y le tocó los pechos". La sentencia que acaba de revisar el Tribunal Provincial para otorgarle firmeza añade que el encausado "le pedía (a la mujer) que le besara al tiempo que la agarraba y le besaba el cuello diciéndole "Dios quiere que estés bien".

EL RECURSO. El párroco, disconforme con la sentencia dictada por el Juzgado de lo Penal 1 de A Parda, presentó un recurso ante la Audiencia alegando defectos de forma, primero, y dejando entrever que la víctima (que al mismo tiempo es la denunciante), incurrió en contradicciones e incluso "mintió". Alude a un supuesto mal estado psíquico de la mujer en el momento en el que sucedieron los hechos que podría haber influido en su testimonio. La Sección Segunda rechazó por completo tales argumentos.

Sobre la verosimilitud de la principal prueba de cargo (la declaración de la víctima), la Audiencia explica que "acusado y víctima no se conocían absolutamente de nada" y que "según la mujer, por necesidades espirituales acudió a hablar con el cura porque otro párroco le había hablado bien de él".

La versión dada por buena por el juez detalla que el párroco instó a la mujer a que se sentase en una silla de la sacristía, le pidió que besase el crucifijo que llevaba y, acto seguido, se produjeron los tocamientos que desembocaron en la denuncia. "Esta declaración incriminatoria fue mantenida siempre, sin fisuras, a lo largo del procedimiento, por la víctima".

Los intentos de la defensa por desacreditar el testimonio de la denunciante fueron en vano, y la Audiencia fue desestimándolos uno tras otro.

La sentencia incluye una condena de un año de prisión y el pago de 4.000 euros en concepto de responsabilidad civil que el penado deberá abonar a la víctima en las próximas semanas.

El párroco podrá eludir, al menos por ahora, el ingreso en prisión, siempre y cuando cumpla con el citado pago y no vuelva a delinquir.

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