Conmoción en Oza-Cesuras: "Non puidemos durmir en toda a noite"

El trágico asesinato agitó la tranquila parroquia de Rodeiro, donde los vecinos no se explican lo ocurrido en el lugar
Personal del Concello de Oza-Cesuras señala el lugar el crimen
photo_camera Personal del Concello de Oza-Cesuras señala el lugar el crimen

La parroquia de Rodeiro es un lugar tranquilo. Cuando uno se adentra entre sus casas, al borde de un valle invadido de eucaliptos, puede observar como las ovejas y las cabras pacen perezosamente en los pastos de primavera que se extienden a orillas de las carreteras, adormecidas por el sol de mayo. En las pistas forestales, los vecinos cumplen con sus tareas cotidianas y los operarios llevan a cabo su trabajo como si nada hubiese sucedido. Sin embargo, el trasiego de los coches de los periodistas, las cámaras apostadas en las zonas más abiertas y el constante preguntar a los lugareños rompió el martes con una monotonía trastornada por el dolor y el ruido de la tragedia.

En medio del ir y venir de vehículos, dos vecinas se entregan a lo inevitable y comentan un suceso que nadie en la parroquia podría haber aventurado y que irrumpió estruendosamente durante la noche del lunes, acompañado del sonido de las sirenas de la Policía y las ambulancias. "Non puidemos durmir en toda a noite sabendo o que pasara", informa una de las mujeres que, de cara a los foráneos, prefieren mantener el anonimato, sobre todo si portan consigo una indiscreta cámara de fotos. El duelo se guarda en casa. "Ai, mi madriña! É unha desgracia!", exclama a AGN su compañera de tertulia, que afirma que Marcos Javier Miras Montánez, exelectricista que confesó a la Policía que había matado de un golpe en la cabeza a su propio hijo de 11 años, procedía de "boa familia" por parte de su padre y su madre.

"Loqueó, tivo que ser un rapto de locura", concluyen dos vecinas tras considerar que el padre, con casa en la zona, venía de "boa familia"

Pero toda tragedia exige encontrar explicaciones que ayuden a situar lo ocurrido aún dentro de un plano humano, y no como algo simplemente arbitrario. Tanto o más cuando sucede a las puertas de casa, "que non é o mesmo que cando ven estas cousas na televisión, que parecen afastadas e que é imposible que pasen aquí", dicen. A tal fin, ambas repasan la historia familiar del detenido en busca de respuestas para unos hechos espeluznantes. Cuentan que el cabeza de familia falleció siendo Marcos Javier todavía niño, y dejó huérfanos a él, a su otro hermano y a una hermana más. No obstante, juzgan que su madre, Ermitas, fue una mujer intachable. De hecho, el vínculo de Marcos Javier con el lugar de A Barra procede de ella, puesto que heredó la casa familiar tras la muerte de su progenitora, aunque las vecinas coinciden en señalar que tampoco solía dejarse ver por ahí. Desde el Ayuntamiento de Oza-Cesuras señalan que la vivienda en cuestión está en estado de abandono. 


Sí coincide una de las parroquianas de Rodeiro en señalar que uno de los dos hermanos sufría depresiones y problemas de nervios, si bien nunca percibieron en él un comportamiento extraño o amenazador cuando visitaba la localidad. "Loqueó, tivo que ser un rapto de locura", concluyen.

EL LUGAR DEL CRIMEN. Aparte de la casa de sus ancestros, Marcos Javier también conserva otros familiares en el municipio coruñés. El domicilio de su tía preside la entrada del pueblo. Incluso un tío suyo, José Naveira, se personó en el lugar de los hechos, en medio de los eucaliptales que rodean el conocido como Camiño de A Nogueira, para dialogar con los agentes que peinaban la zona ultimando la recolección de potenciales pruebas incriminatorias. También se acercó a conversar con los medios de comunicación, a los que explicó que la Policía había estado haciendo preguntas a la familia para tratar de averiguar si sabían algo respecto de lo acontecido.

No fue la única persona que, tras conocer el infortunado incidente, se aproximó al camino a otear la escena del crimen. Allí detallan que se trata de un paraje que solo podría haber escogido un lugareño, dadas las dificultades que ofrece su localización, solo accesible mediante pistas forestales. Con todo, escaso espectáculo ofrecía el área ya hacia el mediodía, dado que por entonces los agentes destinados habían concluido su investigación sobre el terreno y limpiado la zona de cualquier huella de su presencia, lo que sugiere que, después de las indicaciones del presunto autor, poco queda por aclarar. La quietud, aunque ahora desapacible y turbadora, volvía a adueñarse de Rodeiro.

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