Cuarenta años de la tragedia en el monte Xiabre

Los vecinos de Guillán (Vilagarcía) estaban en la sobremesa de la fiesta de su patrón cuando los sorprendió un estruendo. Los de Trabanca-Sardiñeira también se alertaron. Un avión acababa de estrellarse a pocos metros de sus viviendas.
Imágenes del avión destrozado y de los vecinos en el lugar donde se produjo el accidente.
photo_camera Imágenes del avión destrozado y de los vecinos en el lugar donde se produjo el accidente.

La extinción de los incendios forestales es una tarea que desde hace menos de medio siglo se realiza con medios aéreos. Esta competencia era del Ministerio de Agricultura, y los primeros aviones utilizados fueron dos, del modelo Canadiar CL-215, que llegaron de Montreal (Canadá) en el año 1971. En 1973 fue ampliada la flota con cuatro Dornier 27, y en 1975 llegaron otros ocho CL-215. Santiago se convirtió en una de las bases de los hidroaviones.

Del aeropuerto de Lavacolla partieron tres, el día 8 de septiembre del año 1976, con destino a Vilagarcía. Al menos uno de ellos era un CL-215. Estaba ardiendo el monte Xiabre. Después de haber realizado varias pasadas sobre la Praia Compostela para llenar su depósito de agua, una de las naves se detuvo, circunstancia que llamó la atención a quienes contemplaban sus evoluciones, aunque no supiesen que podían cargar 500 litros en doce segundos a una velocidad de 60 nudos.

A duras penas, el CL-215 logró coger altura. El estruendo que provocaban sus motores, que posiblemente estuviesen al máximo de su potencia, llamó la atención de los testigos. La dirección en la que enfiló el avión no lo llevaba hacia el lugar del incendio y quienes seguían sus maniobras se percataron de que algo terrible estaba a punto de suceder.

UN ALA. El Canadiar CL-215 sobrevoló por encima de unas parras antes de acercarse al monte, donde sufrió el primer impacto contra un eucalipto de grandes dimensiones cuyo tronco quedó partido. A consecuencia del fuerte golpe, el avión perdió un ala, para acabar estrellándose contra el suelo a unos 200 metros. Una columna de humo permitía localizar el lugar desde varios kilómetros de distancia.

Cerca del lugar donde se produjo el accidente se encuentra la aldea de Guillán, cuyos vecinos celebraban las fiestas patronales. La sobremesa quedó interrumpida porque ninguno se quedó en su casa. Las puertas quedaron abiertas. Todos corrieron monte arriba hacia donde había caído la aeronave, al igual que los de Trabanca-Sardiñeira. Las agujas del reloj marcaban las 17.10 horas.

El avión no iba hacia el incendio, y quienes seguían las maniobras se percataron de que iba a suceder algo terrible

Familiarizados con los naufragios, este suceso no entraba en la imaginación de los vilagarcianos y ocupó las portadas de la mayor parte de los periódicos españoles. Lo mismo sucedió con la televisión, cuya oferta se reducía entonces a un canal, que lo transmitió con la alambicada prosa de los informativos que conservaban el tono heredado del franquismo.

"El aspecto resultaba verdaderamente lúgubre y todas las operaciones de rescate fueron seguidas por la multitud", podía leerse en al crónica de Diario de Pontevedra, que ilustró la información con dos fotografías.

El Ejército del Aire no hizo mención alguna al origen del siniestro, que todos las informaciones achacaron a un fallo mecánico. "La labor del batallón aéreo exige sacrificios que incluso llevan consigo la pérdida de la vida de sus integrantes, decía en un comunicado oficial.

El CL-215 sobrevoló unas parras antes de acercarse al monte, donde sufrió el primer impacto contra un eucalipto

Los comentarios que se escucharon entre vecinos de Guillán y Trabanca-Sardiñeira apuntaban en la dirección de que quienes tripulaban el avión no lograron abrir la compuerta para descargar el agua y ganar altura, evitando el accidente.

Ante esta tesitura, la conclusión a la que llegaron los vecinos no deja lugar a dudas: el alférez José Luis Herraiz, el brigada José Cachafeiro y el sargento José Pérez sacrificaron sus vidas para evitar la tragedia que hubiera supuesto que el Canadiar CL-215 se hubiese estrellado contra las viviendas. Y reconocen, también, que no sería descabellado pensar que algunos de los testigos pudieran haber sido víctimas de la tragedia.

Un monumento en el Xiabre recuerda a los tres militares que murieron combatiendo el fuego. En este lugar se celebrará un homenaje el día 10, organizado por los vecinos de Guillán y Trabanca-Sardiñeira que, transcurridas cuatro décadas, quieren expresarles su testimonio de gratitud.

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