Cultura

Hay personas que cuentan con la inteligencia justa para pasar el día. La ignorancia es algo hasta saludable si uno no tiene la jactancia de regodearse en esa ausencia de conocimientos. No son pocos los que caen en el error de pensar que la cultura es aburrida. Lo es en la misma medida que El Quijote es idéntico a un libro de electromecánica para un analfabeto, por el simple hecho de que no sabe leer. La cultura es tediosa para el que no se ha tomado nunca la molestia de entrar en ese mundo. Para el que se toma la molestia, no solo no es aburrida, sino que es el goce intelectual más elevado. Desde que somos pequeños se promueve la idea de que la cultura es algo desagradable. Una especie de trago amargo. El que lee es un aburrido y estudiar un verdadero suplicio. El que no sabe es el listillo, un ejemplo de virtud. Sin embargo, algunos pensamos que la cultura sirve para disfrutar más en todos los órdenes. El tipo más culto o que tiene una mente más compleja (y no me refiero a que tenga que estar todo el día traduciendo a Catulo, sino a una mente que no se deja describir por tres ‘bits’), puede alcanzar un abanico de placeres absolutamente interminable. Me atrevería a decir, en contra de los que piensan que Nacho Vidal tiene más que ofrecer a una mujer de lo que les brindaban Serge Gainsbourg, Pablo Neruda o Bob Dylan, que hasta hace mucho mejor el amor.

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