De Marín al fin del mundo

El marinense Cándido Juncal lanzó una botella al mar en Malvinas hace 17 años y, tras recorrer 3.000 kilómetros, llegó hace unos días a una isla situada en el Atlántico Sur
Cándido Juncal muestra en su móvil una imagen de la botella recuperada
photo_camera Cándido Juncal muestra en su móvil una imagen de la botella recuperada

Cándido Juncal Crespo vive con su familia en un piso cerca de la céntrica Praza de España de Marín, aunque desde hace 35 años su trabajo está en el mar, profesión que le ha hecho viajar por destinos lejanos durante el tiempo que duran las mareas. A lo largo de los años ha enviado en torno a un centenar de mensajes guardados en botellas.

Nunca supo el destino de ninguno de ellos hasta hace 15 días, cuando uno de los escritos, lanzado en Malvinas el 25 de julio de 1999, llegó a una playa de Tristán de Acuña. En 17 años viajó casi 3.000 kilómetros hasta la isla, que ostenta el récord de ser el lugar habitado que se encuentra más alejado de otro.

"Coincidiu que era o Día da Patria Galega, o 25 de xullo, e escribín catro ou cinco cousas sobre os emigrantes. A sorpresa foi que foi atopada despois de case 17 anos", recuerda Cándido Juncal. En este caso, la botella mensajera era "concretamente unha de champán, de Freixenet", y fue encontrada en la playa de Anchorstock, en la alejada isla ubicada en el Atlántico Sur.

"Alí hai unha colonia de españois moi grande, grande para o sitio pequeño que é, que traballan en talleres como mecánicos ou electricistas, e viven alí. Entón adoitan ver por Internet os xornais de aquí e coñeceronme. E a miña empresa foi a que me chamou, para que chamara a casa, porque nese momento estaba no barco", explica Juncal sobre cómo se enteró del hallazgo de su mensaje.

CIEN BOTELLAS. "Ao longo dos anos puiden mandar unhas cen. Cada marea enviaba. Ás veces catro, cinco, unha ou nengunha, dependendo de como me atopaba de ánimo e de se tiña unha morriña máis grande ou máis pequena", asegura Cándido Juncal.

En cuanto al contenido, "escribía unha poesía, un mensaxiño ou calquera cousa, facía como un rolliño dun ‘pitillo’, metíao nun plástico, dentro, un corcho e... alá".

Hay un centenar de botellas con mensajes de Cándido Juncal en los mares del mundo y quizá, aunque hayan pasado 17 años, la que llegó a Tristán de Acuña no sea la última.

"Hai moitas máis soltas e poden chegar co tempo. Nunca se sabe", afirma.

Comentarios