De Sarasate y De Pontevedra

A veces la vida está cargada de coincidencias y es que, para empezar, los dos vivieron en la misma calle de la misma ciudad: La de los Comercios, que hoy conocemos como Manuel Quiroga.
Martín Melitón Pablo de Sarasate y Navascués nace el 10 de Marzo de 1844 en Pamplona. Su periplo por Galicia comienza con su primer concierto, en el Círculo de Artesanos en A Coruña, con siete años. Estudió en Santiago de Compostela con José Courtier que era el primer violín de la Catedral y profesor de la Escuela de Música de Santiago de Compostela. Sarasate vivió en el siglo XIX, el siglo del violín, que daría paso al XX, con el piano como protagonista. Pablito, con ocho años, llega a Pontevedra en 1852 acompañando a su padre, que era director de banda, y se desplazaba en función de su trabajo, y continúa sus estudios con el músico pontevedrés Urbano Casasvellas, sastre de la Eiriña que tocaba el flautín. Nos hubiera gustado tener algún dato más sobre Urbano, pero no ha sido posible.
Empieza su vida de concertista en el antiguo Teatro de la Plaza del Teucro, sito en la calle Isabel II, donde se celebraban sesiones musicales y bailes. El teatro pertenecía al Liceo Artístico Literario y en 1855 se trasladaría a la plaza del Teucro a un edificio propiedad de la familia García Feijoo. Desconocemos el por qué de tanto traslados pero hubo algunos más hasta que en 1878 se inauguró el edificio que hoy conocemos como Liceo Casino.
Las sorprendentes vidas paralelas de Sarasate y Quiroga: A uno ‘Calificábanle’ en público de ‘artista en miniatura’ y al otro ‘Diminuto artista’. Los dos son becados para estudiar en Madrid, después estudian en París, a los dos les cuesta darse a conocer, según Quiroga: «Sarasate solamente al cabo de 5 años de conciertos constantes se dio a conocer y popularizó». Los dos ganan el primer premio del Conservatorio de París, y los dos adquieren fama mundial.
¡Y aquí no acaba la cosa! Componen piezas reivindicativas de territorios, con temas como Emigrantes Celtas, Jota Navarra y Muñeira, esta última se ha incorporado recientemente a los fondos del Museo Massó en Bueu. Tienen a Shürman como representante y los dos mueren, por enfermedad, siendo relativamente jóvenes.
Pese a no conocerse nuestro Quiroga se rinde a la genialidad de Pablo y estudia sus obras, que formaron parte recurrente de su repertorio, y estudia con su gramófono, las grabaciones del maestro, en un disco de pizarra: «En uno de ellos, antes de empezar, se oye perfectamente decirle a un pianista -¡Alé! -Y en otro- ¡Ay, me equivoqué! - ».
A Manuel Quiroga se le reconoce internacionalmente como el sucesor de Sarasate y así se lo hace saber en una carta a sus padres: «Nadaud, mi profesor que tuve cuando alumno en el Conservatorio me va a regalar un retrato enorme que Sarasate le dio y él lo firmará en nombre de él y de D. Pablo proclamándome su sucesor».
En 1919, en Pontevedra, los Diputados Besada y Vicenti solicitan el Stradivarius de Sarasate para Quiroga: «Mostramos verdadero interés en que el Stradivarius de Sarasate, pasase, aunque en calidad de usufructo, a poder del hijo de Ud. Manolo Quiroga», violín, que por motivos diversos, nunca llegó a sus manos. Sarasate volvió en alguna ocasión a Pontevedra y falleció en Biarriz en 1908.

Sarasate y Sobrino
Pero lo que el gran Sarasate se llevó de Pontevedra, aparte de amigos y admiradores, fue a nuestro pianista Carlos Sobrino Rivas, que le acompañaría en sus giras europeas. Sobre esto comenta el violinista, de su amigo Sobrino, en una carta desde París en 1906: «Es un verdadero artista y profesor de uno de los principales conservatorios de Londres y nacido en Pontevedra».
Lecturas recomendadas: Un violín olvidado, de Fernando Otero Urtaza y Memorias de Sarasate de Julio Altadill

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