Descensos de vértigo en la Baixada de Carrilanas

La decimocuarta edición de la Baixada de Carrilanas de Soutomaior, organizada por la asociación Veciñal e Cultural Pozovello, contó con la presencia de pilotos de toda Galicia

Sangre fría, pericia al volante, amor por la velocidad y, sobre todo, ganas de pasarlo bien. Estas son algunas de las razones que llevaron este domingo a decenas de personas a participar en la decimocuarta edición de la Baixada de Carrilanas, una de las pruebas con más solera de la provincia de Pontevedra. Después de un pequeño parón, (la cita dejó de celebrarse entre 2013 y 2015), el año pasado volvió una cita que, a pesar de la lluvia, congregó a un público numeroso. Precisamente, las precipitaciones dieron si cabe más emoción a la prueba, ya que obligó a los pilotos a tener que mostrar sus habilidades para evitar sustos.

La edición de este año presentó una novedad muy importante. Y es que, por primera vez, la competición no se celebró en el entorno de A Montesiña, tal y como venía siendo una tradición en temporadas pretéritas. En esta ocasión, la Asociación Veciñal y Cultural Pozo Vello, organizadora del evento en colaboración con el Concello de Soutomaior, optó por trasladar la carrera a Arcade de Riba. El circuito, más extenso que los 900 metros de los que constaba en otros años, pasó a convertirse, de esta manera, en un escenario mucho más rápido, largo, divertido y "retorcido", tal y como lo definieron los propios responsables a través de las redes sociales en las jornadas previas al descenso.

En la prueba tomaron parte pilotos de diferentes ciudades de la Comundiad Autónoma. No en vano, la Baixada de Carrilanas de Soutomaior forma parte del calendario de la Copa Galicia. Así, se disputaron ocho carreras, una por cada categoría. Las velocidades de vértigo que llegaron a alcanzar los prototipos hicieron las delicias del respetable.

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