Diccionario de catalanismo (o algo así)

Durán i Lleida. Político catalán y catalanista aunque nacido en Huesca. Hace honor a su primer apellido. Efectivamente, dura mucho en el Congreso. Se le podría poner en sustitución de uno de los leones del frontispicio de las cortes y no se notaría. Actúa como avanzadilla de la patronal catalana en Madrid y ya le ha dicho a Mas que, como logre la independencia, Rosell lo va a forrar a hostias. Homs, Francesc. Portavoz del gobierno catalán que si sale mal lo de Mas se ve a sí mismo haciendo pareja con un trompetista en las Ramblas. Su papel en el dúo consistiría en hacer subir una cabra a una escalera. Junqueras, Oriol. Líder colesterolémico de Esquerra Republicana de Catalunya. Últimamente anda más preocupado por sus niveles de triglicéridos que por los de autogobierno. Hábil, posibilista y pragmático. En una negociación cambiaría la independencia de Cataluña por una cesta de butifarras y fuets (si los fuets son imperiales, incluso podría convertirse al credo de falange). Mas, Artur. Político catalán que va a los funerales a preguntar qué hay de lo suyo. En su segunda acepción también describe el comportamiento de quien primero la lía parda y luego manda a sus subalternos a defender la independencia en Madrid diciéndoles «vai ti que a min dame a risa». Pujol, Oriol. Político joven pero suficientemente procesado. Licenciado en «iteuves». Conocidísimo por ser hijo de su padre. También por tener un hermano al que su exesposa, con un megáfono, le hacía publicidad de sus cuentas en Suiza, lo que confirma el ya poco discutido axioma «donde tengas la olla no pongas la polla». Rajoy, Mariano. Político pontevedrés (o no) que dobló el Cabo de Hornos de la crisis y llegó a la isla de Robinson Crusoe. Conocido por su apego a las contestaciones desconcertantes que rehúsan el compromiso, tales como «mirusté», «llueve mucho» y «qué quiere que le diga». A veces toma una relajante taza de café con leche en la Plaza mayor. A veces la toma en diferido. Rovira, Marta. Dícese de una de las postulantes de la moción secesionista que puso el mismo empeño en defender la consulta y convencer al Congreso como el que yo cuando en casa me dicen si puedo bajar las bolsas de basura. Si en sustitución suya hubiera ido el difunto de Neno, el Estado catalán sería hoy una realidad (el difunto de Neno ponía más pasión en el reparto de sus periódicos que doña Marta en seducir al Congreso, se conoce que no le apetece mucho ser independiente). Hay más nombres, pero el partido del Celta es a la cuatro. Última hora: Gallardón anda acojonado porque le soplaron que los letrados proponen que se le retire la capa de comendador de la orden del cocido. Gallardón tiembla porque entendió que los letrados, en vez de capa, lo quieren es caparlo.

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