Dorrón se prepara para trasladar a sus difuntos al nuevo cementerio

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El Día de Todos los Santos fue diferente en Dorrón. En la parroquia de Sanxenxo la jornada fue agridulce. Por un lado, como en resto de la provincia de Pontevedra, se percibían caras de tristeza entre los vecinos que acudieron al camposanto a depositar flores en las tumbas donde descansan sus seres queridos, pero, por otra parte, los dorroneses sonreían en este día tan señalado porque por fin pueden enterrar a sus allegados en el nuevo cementerio, que estuvo inutilizado durante un año por problemas urbanísticos.

Algunos ya conocían la noticia que desde hace tanto tiempo esperaban, pero otros no podían ocultar su cara de sorpresa al observar a la entrada del nuevo cementerio un gran cartel colgado por la asociación de vecinos informando del acontecimiento: "El cementerio de Dorrón está oficialmente autorizado pro Sanidade para su puesta en funcionamiento. Por fin se ha hecho justicia", versa en el cartel. Debajo consta la orden de la Xunta. "¿Se puede pasar?", preguntaba una mujer.

Después de superar este problema, los vecinos ahora sólo piensan en cuándo podrán trasladar a sus difuntos al nuevo cementerio. Y es que algunos se vieron obligados a exhumar los restos de sus seres queridos para enterrar a otros por problemas de espacio. En el nuevo camposanto sí lo había, pero no se podía usar porque se construyeron varios chalés que no respetan la franja de protección de 50 metros.

Rosa María Rocha y Francisco Besada se vieron en esta situación. Él tuvo que sacar el cuerpo de su hijo, que llevaba 16 años enterrado en el antiguo camposanto (construido por suscripción popular en 1915), para inhumar a su mujer. "Agora teño que ir á funeraria para informarme de se podo e de que maneira trasladar ós corpos ós novos panteóns. Temos dúbidas, pero o presidente da asociación de veciños irá mañá a Sanidade para enterarse", destacó.

A Rosa le pasó algo parecido. Su hijo descansa en el pateón de un cuñado. Ahora tiene uno de su propiedad en el nuevo camposanto, que fue inaugurado el 28 de octubre de 2007. Los dos observan y revisan las instalaciones mientras relatan su caso bajo el frío de la mañana de otoño. "Aquí hay algo de humedad y las puertas que resguardan los panteones se mueven un poco por el viento", comenta Rosa. Francisco le responde que seguramente habrá que colocar algún tipo de tope.

Y es que después de luchar por el cementerio quieren que ahora esté todo perfecto para el día en que allí lleguen sus seres queridos. Los dos miran satisfechos los nuevas instalaciones, pero recuerdan los problemas del pasado. También muestran su indignación por todo lo que ha ocurrido. "Agora xa podemos morrer tranquilos. Temos aquí os nosos chalés", señala Francisco, mirando hacia los panteones.

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