El suministro de las traídas de aguas del rural está en su nivel más bajo

Vecinos de Cerponzóns subsisten con garrafas que llenan en las fuentes

"No tenemos agua desde el verano. Ni para ducharnos, ni para lavar la ropa ni para los animales. Cada dos días tenemos que ir a buscarla"
Parte de la familia de Leborei que lleva meses con graves problemas en el suministro de agua
photo_camera Parte de la familia de Leborei que lleva meses con graves problemas en el suministro de agua

Los efectos de la escasez de agua están más cerca de lo que parece. A menos de 5 kilómetros del centro de la ciudad, en la parroquia de San Vicente de Cerponzóns, más de dos centenares de vecinos se encuentran en una situación más habitual en un país africano que en el Oeste de Galicia. Con los manantiales secos por la prolongada ausencia de lluvias (que se extiende desde el invierno pasado) y los depósitos de las traídas bajo mínimos, los hogares se han quedado sin suministro. Ni para ducharse, ni para cocinar, ni para poner la lavadora ni el lavavajillas. Los más afortunados capean el temporal gracias a los pozos propios, aunque muchos de ellos también se están secando. Cerponzóns es uno de los puntos a los que no llega el abastecimiento municipal (ni el agua del Lérez ni la de O Pontillón, pese a que el embalse está justo encima de la parroquia), lo que obliga a los vecinos a buscarse la vida, literalmente, en un episodio de sequía extrema como el que se está produciendo en los últimos meses.

Miguel Ángel Maquieira, Lucía, sus tres hijos, dos cuñados y los abuelos suponen el caso más extremo. Residentes en Leborei, uno de los núcleos de la mencionada parroquia, se han visto obligados a echar mano de un sistema del todo rudimentario para subsistir: garrafas de 25 litros que, cada 48 horas, llenan en una fuente que dista un kilómetro y medio de su domicilio. "No tenemos agua desde el verano. Ni para ducharnos, ni para lavar la ropa ni para los animales. Cada dos días tenemos que ir a buscarla", relata Lucía, que explica que no pueden poner la lavadora y que "a los niños tengo que ir a bañarlos a casa de alguien o calentar agua, porque tenemos que elegir entre eso y lavar la loza". Acostumbrados desde hace semanas a lavar la ropa a mano, explican que "otras familias no lo notan tanto porque son dos o tres miembros, pero nosotros somos nueve". Maquieira explica que "algunos tienen agua para regar las fincas y nosotros no tenemos ni para el consumo más básico".

"Día sí, día no, vamos con el chimpín a llenar las garrafas, con las que vamos tirando", añaden.

Una voz autorizada para detallar la situación global en la zona es Rogelio Cons Cochón, presidente de una de las comunidades de aguas que da servicio a través de la traída "a máis de 200 veciños".

Rogelio explica que "a billa bota unhas gotas. Non podemos poñer a lavadora, cada día é peor. Temos que ir ás fontes ou ao río a buscar auga en garrafas".

SOLUCIÓN DE URGENCIA. El dirigente de la comunidad de aguas explica que "tiñamos que facer outra perforación. En Barro fixeron un pozo de barrena e resolveron o problema. Sería bo que o Concello nos dera permiso para facer un sondeo preto da caseta, porque pensamos que non repercute a ninguén e podería ser unha solución para nós".

Mientras, los vecinos siguen administrando los pocos litros que les llegan desde los manantiales como si de oro se tratase abasteciéndose garrafa a garrafa.

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