El año del Desastre

En dos meses España perdió su imperio. Al Barça le ha bastado una semana. Siempre nos quedarán los fieles, como en Baler 

MARIO SE ACOSTÓ llorando tras haber fallado Neymar el gol que nos hubiese permitido seguir agonizando. Renegó a gritos del Barça, rompió los periódicos del día y un par de juegos antes de caer rendido en su litera. A la mañana siguiente, Jueves Santo, salimos a dar un paseo para superar el trauma y aún sabiendo que sería objeto de todo tipo de chanzas se enfundó orgulloso la camiseta del Barça con el nombre de Messi serigrafiado en la espalda, el pantalón a juego y las medidas subidas hasta la rodilla. Se había borrado las lágrimas del día anterior. Era la viva imagen del orgullo en la derrota después de tantas victorias. Me recordó a los héroes de la iglesia de Baler, los últimos de Filipinas. 
El Barça se fundó en 1899, en plena resaca de ese año maldito en el que dejamos de ser un imperio, y es de suponer que algo le quedó de ese final traumático, aunque lo hubiese fundado un suizo, que como se sabe son mas dados a un transitar tranquilo y pausado. El Barça no. Hasta hace nada era un faro que guiaba nuestros pasos y nos permitía mirar al resto de los mortales por encima del hombro, presumiendo de valores, de títulos, de Masía y de no sé cuantas cosas más. 
Buscando un paralelismo entre esos dos imperios, el Español y el Blaugrana, se podría decir que en ninguno se ponía el sol, porque aunque ya se había iniciado en ambos la curva de la decadencia quedaban al menos la apariencia. Tras ponerse el sol en España alumbraba aún el amanecer en las playas de Cuba y Puerto Rico, después en Las Carolinas y al poco daba ya el alba en Filipinas. Y así siempre rodando a través del planeta, por el que también se extendían los colores blaugranas. 
Y de repente todo se fue el garete en un abrir y cerrar de ojos. El primero de mayo de 1898 la flota que mandaba Montojo en Cavite se fue a pique ante las huestes de Dewey y sin casi disparar un solo cañonazo. Se perdía Filipinas. Eso sí, con el honor de los soldados parapetados en la Iglesia de Baler negándose a asumir la derrota. Dos meses después sucedía lo mismo en Santiago de Cuba. 
Al Barça le ha pasado algo parecido. Ha caído con honor, pero también con estrépito. En una semana ha perdido todas su posesiones; la Champions, la Liga y la Copa, y al igual que en la conocida como La España del Desastre un estado de shock se ha apoderado de todos nosotros.
Como recurro habitualmente al tono irónico para superar mis frustraciones me dediqué tras acostar como pude a los niños a poner toda suerte de tuits: ‘Venga chavales, arriba ese ánimo, que total con fichar un portero, dos centrales, un lateral derecho, un delantero centro, un entrenador... Hostias no que no podemos fichar¡’. Y así seguí toda la noche; ‘Menuda semana de pasión la nuestra, y no la de Jesucristo’, o ‘Alguien conoce un destino de semana santa donde no se hable de fútbol?’ Y la gente iba respondiendo en el mismo tono, que a mi me van pillando el juego, como al Barça 
Uno de mis últimos mensajes fue ‘qué acierto venir a Corea del Norte. No dan fútbol en la tele, solo desfiles militares y discursos del clarividente líder’ y al poco me llegó una respuesta, imagino que de algún responsable de embajada —y esto no es coña— contestándome que allí solo hay un desfile al año y solo se televisa ese día. Eso me dio la pista para pensar en un referente internacional a la crisis del Barça y se me vino a la memoria el 98, la derrota de Cuba, la iglesia de Baler y sus últimos de Filipinas. Como la imagen de mi hijo Mario al día siguiente del Desastre. 
El Cirujano de Hierro 
Tras el Desastre del 98 España alumbró un debate marcado por el Regeneracionismo. Joaquín Costa habló de un cirujano de hierro capaz de amputar la gangrena que afectaba al Estado, aunque desgraciadamente hubo quien entendió mal el mensaje y a qué tipo de cirujano se refería, y así surgieron los Primo de Rivera y los Franco Bahamonde, y eso sí que fue un Desastre. 
En el caso que nos ocupa hay un cirujano que sí podría funcionar. El problema es que está en el extranjero. Pep, si se cansan ahí de ti, deja Alemania y ‘vente pa España’.

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