El botón

Se levantó grandísima expectación la víspera del fin de año: la Banda de Música ofrecía su tradicional concierto, pero además se anunciaba una sorpresa que protagonizarían nuestros líderes. Como ya sabe usted a estas alturas, Lores, Moreira y Louro, con Fina Casalderrey, acompañaron a la Banda en la interpretación de una pieza de Malcolm Arnold. Su papel consistía en accionar el botón de una aspiradora para encenderla o apagarla a una señal del director. Toda la prensa elogió la calidad de la ejecución, pero eso es porque toda la prensa está vendida al poder. 
La única que estuvo a la altura fue Fina Casalderrey, obviamente mucho mejor dotada para los asuntos del arte. Nuestros representantes son simplemente incapaces de apretar un botón cuando reciben la señal. Una vez vi en un documental a un grupo de cobayas en un laboratorio que hacían cosas mucho más difíciles. Antón Louro miraba alternativamente al director y al botón mientras pensaba: “No sé si este señor quiere que apriete ya el botón o que me espere un rato. Yo le doy de cuando en cuando y que Dios decida. No quiero estar aquí”. Jacobo Moreira buscaba una pinza imposible y se afanaba en llegar un acuerdo con Louro. Adoptó la actitud de quien lleva interpretando esa pieza toda la vida, pero no pudo esconder la tensión interna. Viendo que la sincronización con Louro era tarea imposible empezó a fijarse en el director, poniendo una sonrisa rara, entre beatífica y desafiante que decía, “tú mándame apretar el botón, que ya veré yo si me da la gana”. Miguel Anxo Lores, por su parte, se regocijaba ante los fallos de sus adversarios mientras cometía los propios, que para eso es el alcalde. Y eso que habían ensayado. 
No soy de los que piensan que un político debe hablar inglés. Ni siquiera creo que deba reclamársele tener una carrera, pero reconocerá usted conmigo, querido brother, que apretar un botón bien podría ser algo exigible: tener mayoría de edad, estar empadronado y saber pulsar un botón, que a fin de cuentas si quieren llegar a senadores eso sí va a ser condición. Responder a un estímulo tan elemental como la indicación de una batuta y la mirada elocuente de un director que ordena pulsar un botón: era todo cuanto se esperaba de ellos. Tampoco se trataba de resolver las ecuaciones de Navier-Stokes. No sé quién era Navier-Stokes, lo saqué de Internet.
Quizás lo hubieran hecho mejor si les hubieran implantado electrodos en zonas determinadas de sus cerebros. A la vista del resultado toda la Corporación Municipal debería disolverse para dar paso a una etapa de transición dirigida por Fina Casalderrey, etapa que duraría hasta que los otros aprendieran a pulsar un botón. Lo que no entiendo es que nuestra brillante académica no hubiese puesto a los tres a aspirar todo el Teatro Principal al acabar, pues su impecable actuación se vio eclipsada por el barullo de los políticos, que a estas alturas deben estar preguntándose qué carajo de aparato era aquél y para qué servía el botón. 
Pues no se engañe, que la cosa no acaba en Pontevedra: que se mueran ahora mismo todos mis hermanos si Rajoy sabe hacer lo del botón. O Rubalcaba o cualquiera, y ya ni mencionemos al Rey. Si hubiéramos traído a los 50 líderes más poderosos de España a tocar la aspiradora, la única que hubiese estado a la altura sería otra vez Fina Casalderrey. 
Usted espera de este nuevo año lo mismo de siempre: trabajo, dinero, salud, felicidad y amor. El trabajo, el dinero y la salud no sé quién se los va a dar. ¿Unos señores incapaces de pulsar un botón? Y en cuanto a la felicidad y el amor serán cosa suya, aunque no sé como va a ser feliz ni encontrar el amor no teniendo trabajo, dinero ni salud, siento decírselo. Nadie se enamorará de usted, brother, téngalo claro. Su vida durante este 2014 dependerá de una banda de individuos incapaces de realizar tareas que bien podrían encomendársele a un conejillo de indias. Ésa es la realidad y es terrible. Así que búsquese usted mismo la prosperidad, como el año pasado.

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