El CEIP de Silleda cambiará la norma que castiga sin un plato de comida

El martes pasado doce alumnos de tercero y cuarto curso de Educación Primaria del colegio público de Silleda fueron castigados sin comer el segundo plato y el postre. La directora, Silvia Peña, tomó la decisión tras consultarlo con el resto del equipo directivo y analizar el Reglamento de Réxime Interno del centro, que está sin actualizar desde hace más de un lustro y que, para casos de mal comportamiento en el comedor, solo contempla dos medidas disciplinarias; retirarles parte del menú o la expulsión directa (del servicio de comedor) por los días que crea conveniente la dirección.

Según fuentes internas del colegio, la directora optó por la medida menos agresiva y eso que las conductas de los menores incluían, desde hace tiempo, insultos graves a profesores, mofas hacia los colaboradores del comedor y otras como arrojar la comida al suelo y hacer bolas de pan y tirárselas a los compañeros. Solo dos de los padres de la citada docena de alumnos -que fueron avisados previamente de la medida que se tomaría- protestaron, pero fue suficiente. El fondo del problema, en el que nadie había reparado hasta el momento, se encontraba en el propio reglamento, que contraviene la actual Lei de Convivencia en vigor, como señaló el conselleiro de Educación, Jesús Vázquez. Esto es, castigar a los niños sin comer -aunque sea solo el postre- no está permitido. La normativa interna se quedó obsoleta y no se modificó -sí se cambió en otros aspectos-, sencillamente porque no lo propuso ningún miembro del Consello Escolar (en el que están representados docentes, alumnos, padres y Concello). Ayer, el jefe territorial de Educación contactó con la directora y le planteó la necesidad de cambiar el reglamento en el próximo Consello Escolar, que se celebrará después de las vacaciones de Carnaval. Ni Educación ni la Inspección reprendieron a la directiva.

El conselleiro agradeció que la directora actuase con premura. Vázquez puntualizó que «hay una gran cantidad de reglamentos internos no adaptados». Curiosamente no salió a la luz pública el caso de un alumno al que hace unos meses (este mismo curso) se le aplicó, por la misma actitud, la opción más dura; la expulsión.

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