El desasosiego como estrategia electoral

la democracia tiene como fin el poder dar la felicidad a la mayoría posible de ciudadanos, pero para eso es necesaria la existencia de un valor, cada vez más escaso, que es la solidaridad, y así conseguir el sentimiento de tranquilidad social. Un pueblo en estado de intranquilidad puede ser ganado por el miedo, la angustia y por tanto, se pueden llegar a generar reacciones sociales incontroladas. Por mucho que analicemos la campaña que se monta sobre la crisis, nos damos cuenta de que está siendo utilizada como elemento generador de miedo y desesperanza. Esta situación puede llevar a perder la fe en la democracia y en la libertad. Y cuando se destruya el sentimiento de la esperanza en el sistema social puede nacer la idea de que la democracia no sirve para nada, y que es necesario un nuevo ‘salvapatrias’. Decía Calderón de la Barca que «no hay desdicha mayor/ que esperar la desdicha», y algunos políticos y profesionales mediáticos llevan predicando un mundo de desdichas para transmitir el sentimiento de que estamos en una sociedad de individuos desdichados. Como afirmaba Séneca: «Desdichado es el que por tal se tiene». ¿Cuántos ciudadanos se sienten, actualmente, desdichados, sin esperanza e infelices? Un mundo donde la esperanza de la felicidad no está en manos del actual gobierno, pues todo lo hace mal llevando a España y a los españoles a la más absoluta desdicha. Recuerdo que los movimientos fascistas siempre han aprovechado la sensación de desdicha y de frustración para imponerse en las urnas y así tomar el gobierno para después perpetuarse en el poder. Están deseando que la política económica del Gobierno fracase y así continuar con sus críticas huecas y sin propuestas. Es una vieja táctica española: intentar triunfar gracias al fracaso de los demás.Un comportamiento político que me trae a la memoria una de las sentencias de Franklin D. Roosevelt: «En la vida hay algo peor que el fracaso: el no haber intentado nada». Estoy convencido que en estos momentos de crisis universal, la derecha no tiene propuestas ‘solucionadoras’ de la actividad económica capaces de sacar del pozo de la crisis a España. Hasta ahora se han dedicado a echar la culpa a Zapatero de todos los males que la crisis universal ha traído. Y tal como decía Arthur Schopennhauer, «en la vejez se aprende mejor a esconder los fracasos; en la juventud, a soportarlos», lo que quiere decir que la derecha ha llegado a la vejez y que se ha quedado sin ideas, y ya no le sirve intentar ocultar su fracaso echándole la culpa a la nueva izquierda. Lo que me hace cuestionar cómo lo soportarán cuando vuelvan a perder las elecciones. Como sentenciaba Henry Ford: «La mayoría de las personas gastan más tiempo y energías en hablar de los problemas que en afrontarlos», y me pregunto si no será que en fondo de su estrategia no será que no quieren resolverlos porque les interesa que la crisis acabe con la credibilidad del presidente Rodríguez Zapatero. Como se afirma en el viejo dicho: «cuanto peor, mejor», ¿pero mejor para quién? Seguro que no es para los cuatro millones de parados existentes en este momento.

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