El fichado

No responde al perfil de joven con proyección del que se habló al principio de la temporada. A sus 35 años, David Pérez está lejos de ser el cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Es un veterano curtido en mil batallas al que ya le queda poco recorrido en el mundo del balompié y tampoco puede considerarse, ni mucho menos, un producto de Pasarón. Puede ser entendible que Mauricio Rodríguez no esté convencido de su fichaje por esos motivos. Sin embargo, es la mejor alta que podría tener el Pontevedra hasta el final de la temporada. Su profesionalidad está fuera de cualquier duda. Pero ese no es el principal motivo por el que deba formar parte de la primera plantilla, simplemente sería uno más. En tal caso habría miles de jugadores que encajarían dentro del perfil y seguramente con otros valores añadidos que los harían mejores que al mosense. Obviamente Pérez cuenta con otros factores a su favor que convierten la operación en la más sensata posible. Para empezar, conoce el club a la perfección, ya que ha estado en él durante diferentes etapas. El año pasado defendió los colores granates. No le va a sorprender ningún conflicto institucional ni le van a intimidar los silbidos de Pasarón. No es un tipo problemático. En segundo lugar, lleva entrenando con el colectivo de jugadores lo que va de temporada. Se quedó sin equipo en verano y se puso a las órdenes de Milo para no perder la forma. Los jugadores lo conocen a él y no tendrán que adaptarse. Goza de su reconocimiento, porque se lo ha ganado. Los impagos es otro motivo. Los futbolistas llevan tiempo sin cobrar. Si ha de entrar alguien nuevo, tendrá que gozar de cierta autoridad para no generar un conflicto ante los demás. A nadie le hace gracia no cobrar y que haya más bocas que alimentar. Además, es un hombre de confianza del entrenador, es un trabajador y un gran competidor. Sus compañeros pueden aprender mucho con él. Es un acierto.

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