El parque sanxenxino que era un camposanto

Hasta finales de la década de los 60 los entierros se realizaban en la zona verde colindante con el arenal urbano, donde también se ubica un parque infantil, en cuyo acantilado todavía se pueden encontrar restos de antiguas lápidas
Una de las lápidas que 'sobrevivió' al traslado
photo_camera Una de las lápidas que 'sobrevivió' al traslado

Silgar no es la única playa que encandila a los turistas en Sanxenxo. A Panadeira, situada en una zona recogida, a salvo del viento, también es del gusto de numerosos bañistas, sobre todo de aquellos que gustan de disfrutar de una jornada en familia. En el margen izquierdo del arenal urbano se sitúa una zona verde que ofrece unas vistas magníficas de la ría de Pontevedra y que puede llegar a ofrecer hallazgos sorprendentes para quienes se aventuran a dar un paseo por el acantilado. Allí pueden encontrarse todavía vestigios del antiguo cementerio municipal. En concreto, aún son perfectamente visibles antiguas lápidas, algunas de las cuales gozan de un muy buen estado, a pesar de que el traslado del camposanto a su emplazamiento habitual, en el lugar de Fontoira (Padriñán) se llevó a cabo hace medio siglo. Ya entonces la ley exigía que este tipo de reubicaciones se llevasen a cabo en el extrarradio.

Fue a finales de los años 50 cuando el Ayuntamiento decidió que era necesario buscar una nueva parcela para construir un cementerio más moderno y más amplio que el que se ubicaba al lado de la playa de A Panadeira. La Administración local impulsó entonces un proyecto que también incluía adecentar la parcela en la que hoy se halla un parque infantil y una zona verde con diverso mobiliario urbano. El Concello siguió a rajatabla la normativa contemplada en el Reglamento de Policía Sanitaria Mortuoria, que exige que el traslado de los restos se inicie con un mínimo de diez años de antelación con respecto a la fecha prevista para la clausura del cementerio a jubilar. Así, el camposanto de Fontoira sería inaugurado en enero de 1968. Ironías de la vida, el primer vecino fallecido que fue enterrado allí fue el padre del enterrador municipal de la época.

El Gobierno local de la época limpió la parcela a conciencia, utilizando grandes cantidades de cal y removiendo la tierra

El Gobierno local limpió a conciencia la parcela de A Panadeira. Además de utilizar grandes cantidades de cal viva para desinfectar, también se removió todo el terreno. Toda vez que el nuevo cementerio disponía de nichos, se descartó trasladar las lápidas, que quedaron sepultadas bajo tierra. Sin embargo, algunas de ellas aún permanecen hoy en día a la vista, especialmente en parte del acantilado que separa la zona verde de la playa. Aunque, en su mayoría, se trata de fragmentos sueltos, también se pueden encontrar grabados perfectamente legibles. Es el caso, por ejemplo, de la lápida de Carmen García Durán, fallecida a los 80 años en marzo de 1960.

TRASLADO. La primera fase del nuevo cementerio municipal incluyó la construcción de 32 nichos, lo que motivó que el Concello descartase trasladar las lápidas. Sin embargo, sí se llevaron a Fontoira, por ejemplo, el panteón de la familia Seoane, que incluye una capilla, o el de los Calviño, así como la tumba del exministro de Fomento Manuel Becerra.

Son muchos los vecinos que todavía recuerdan el antiguo cementerio a orillas de la ría. De hecho, algunos de ellos apuntan que el camposanto tenía una parcela exclusiva para las familias protestantes. Sus entierros se celebraban en la zona más próxima a la playa, precisamente donde aún hoy se aprecian las antiguas lápidas.

En municipios como Tui también se aprovecharon parcelas de antiguos cementerios para habilitar zonas públicas.

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