El Pazo de Quintáns, el emblema que languidece a la espera de su reforma

El inmueble de Noalla, declarado Ben de Interese Cultural hace unos meses, presenta en la actualidad un preocupante estado de abandono

Bajo una capa de mugre, maleza y escombros, el Pazo de Quintáns, santo y seña de la parroquia de Noalla, conserva todavía cierta aura de grandeza. Lo hace, eso sí, en dosis pequeñas.

Y es que el paso del tiempo y el abandono al que ha sido sometido el histórico inmueble desde su adquisición por parte del Concello de Sanxenxo en mayo de 2006 han sido inmisericordes con la que en su día fue una de las joyas de la corona de la localidad.

El deterioro es tal que intentar acceder al interior de algunas de sus salas puede suponer un riesgo para la integridad física

A día de hoy, el Ministerio de Fomento todavía no se ha pronunciado sobre la petición realizada por el Ayuntamiento de disponer de una subvención para rehabilitar el pazo, que fue declarado Ben de Interese Cultural a principios de este año. Precisamente, este era uno de los requisitos imprescindibles para que se pudiese tramitar la solicitud de ayudas ante el Estado. El tiempo corre en contra del inmueble, que presenta un estado que poco tiene que ver con el que lucía hace poco más de una década, cuando sus últimos inquilinos, Jaime Castiñeiras y Manena García, se despidieron de él.

El deterioro del edificio ha sido tal que hoy en día intentar acceder al interior de algunas de sus salas puede suponer un riesgo para la integridad física. El suelo de madera se ha venido abajo en diferentes estancias, así como buena parte del tejado. La madera ha ido emprodeciendo hasta no poder soportar el peso de la cubierta. Los efectos resultan especialmente fantasmagóricos en el piso superior de la estancia, donde el estado de la cocina o de las habitaciones no tendrían nada que envidiar al set de rodaje de una película de terror. Curiosamente, en el interior de algunas alacenas pueden encontrarse objetos abandonados como vasos, tazas o, incluso, una botella de vino prácticamente llena. En la galería exterior, desde donde se puede disfrutar de unas vistas espectaculares del entorno de O Grove y A Toxa, la maleza invade buena parte del espacio. En el suelo se amontonan hojas de periódicos de hace 20 años y revistas todavía más antiguas, además de una pantalla de ordenador hecha añicos. El olor a historia que en su día desprendían los armarios de madera ha desaparecido para ceder todo el protagonismo a la humedad.

El Concello estima que serán necesarios más de 2,3 millones de euros para convertir el pazo en un museo

FUTURO MUSEO. El Concello confía en disponer de los 2,3 millones de euros necesarios para afrontar la rehabilitación integral del Pazo de Quintáns. Además de arreglar todos los desperfectos, la intención es convertirlo en el Museo da Paisaxe Cultural da Lanzada. Solo para asumir los trabajos de reparación más urgentes se precisarán de unos 600.000 euros, tal y como consta en el proyecto.

Los estudios realizados sobre el origen del inmueble establecen que su construcción se llevó a cabo a principios del siglo XVII. Los 415 metros cuadrados del edificio incluyen bodega, cuadras, almacén, capilla y un hórreo. Cuando el proyecto de reforma se ejecute, el pazo pasará a contar con salas destinadas a investigación, servicios y hostelería, así como espacios específicos para acoger todo tipo de exposiciones relacionadas con la historia de A Lanzada. Además, se habilitarán oficinas y una tienda.

Durante buena parte de su historia, el pazo perteneció a la familia Padín, aunque también fue propiedad de los Mugartegui. A principios de la década de los 30 lo adquirió la familia de Jaime Castiñeira y Manena García. Ahora, el histórico inmueble continúa aguardando tiempos mejores.

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